Información Sididh, La edición de hoy, Uncategorized — enero 5, 2015 at 9:00 am

Ayotzinapa dista de ser un caso resuelto

*Opinión 

Por Mario Patrón Sánchez|@CentroProdh

En el patio central de la UCSJ se apreciaban 43 sillas vacías, en alusión a los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecidos por policías de Iguala el pasado 27 de septiembre | Foto: Olivia Vázquez Herrera
Foto: Centro Prodh

México, DF, 5 de enero 15. Es contundente que todavía hay 42 estudiantes desaparecidos y que la hipótesis oficial postulada por la Procuraduría General de la República (PGR) aún no puede considerarse plenamente consolidada. La justicia y la verdad están aún pendientes, lo mismo que las garantías efectivas de no repetición.

Precisamente, esto es lo que vienen diciendo los padres y las madres de los jóvenes desaparecidos. Es lo que han pedido los propios familiares de Alexander Mora Venancio, cuando a través de un mensaje leído en el Monumento a la Revolución dijeron: “no vamos claudicar, no nos van a callar, no nos van a comprar, no nos van a silenciar”.

La dignidad de los padres y de las madres contrasta con el creciente endurecimiento de las posiciones gubernamentales. La filtración de fichas del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) de los defensores de los normalistas; las irresponsables declaraciones del Secretario de Marina menospreciando como manipuladas a las familias; y la provocación del 14 de diciembre en Chilpancingo, avizoran mano dura.

El país sigue vuelto al revés: El Cisen investiga a los defensores de derechos humanos y no a los narcoalcaldes de Guerrero; el secretario de Marina fija la postura del gobierno federal el día internacional de los derechos humanos, despreciando la capacidad de los familiares de los estudiantes para decidir cómo exigen justicia, en lugar de condenar las desapariciones; y los Policías Federales se embriagan y agreden a los estudiantes en vez de continuar la búsqueda de los desaparecidos.

En sus últimas declaraciones, el presidente de la República ha llamado a “superar Iguala”. Pero lo ocurrido en Iguala sólo se puede superar con verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. Frente a la decisión gubernamental de dar vuelta a la página, la indignación social tiene la última palabra. ¿Bastarán las fiestas de fin de año y la culminación del 2014 para terminar con el descontento que hace apenas unas semanas se volcó a las calles? La esperanza de los familiares de las y los desaparecidos que buscan a sus seres queridos en Guerrero y en todo México se cifra en que la resignación no se imponga. Para ello no sólo hace falta persistencia, sino articulaciones civiles y sociales sólidas, tejidas no en torno a los protagonismos individuales sino a partir del respeto común a la preeminencia de las víctimas; en el caso, del respeto a la voz de los padres, de las madres y de los normalistas.

A tres meses de lo ocurrido, sigue faltando una convocatoria civil amplia que se construya sobre estas bases y que, superando el sectarismo, siente las bases para exigir, desde la sociedad, que Ayotzinapa sea efectivamente un verdadero punto de inflexión en la dolorosa historia nacional. De ese tamaño es la tarea.

Ayotzinapa es un caso abierto. Los padres y las madres seguirán demandando justicia desde el estado de Guerrero; de eso no hay duda. El gran desafío, sin embargo, está del lado de la sociedad: supone seguir acompañando esta lucha emblemática en los días y semanas por venir, especialmente duras para las familias que buscan desaparecidos y desaparecidas, con solidaridad, con creatividad, con unión y, sobre todo, pacíficamente. El reto es evitar que vuelva a la resignación el pueblo herido que empieza a levantar la cabeza y que, por fin, amenaza con revertir el pacto de impunidad que lacera nuestra vida pública. Sí hay desestabilizadores en la lucha de Ayotzinapa: todas y todos aquellos quienes luchan para que la impunidad y la indiferencia frente a las desapariciones no se imponga como nuestra normalidad estable.

*Este artículo fue publicado originalmente en la página de La Silla Rota