Información Sididh, La edición de hoy, Uncategorized — septiembre 19, 2014 at 8:35 am

«Acarreados» y extrema seguridad, principal espectáculo durante el grito

*Opinión

Por Zúe Valenzuela Contreras/@ZueValenzuela

Foto: Zúe Valenzuela
Foto: Zúe Valenzuela

México, DF, 18 de septiembre. El pasado lunes celebramos en México el inicio de la independencia con el ya tradicional “Grito de Dolores”. Por ello, como también es tradición, el representante del ejecutivo nacional sale al balcón de Palacio Nacional y se dirige al Zócalo, donde se concentran centenares de mexicanas y mexicanos para conmemorar este acto, ante ello, el ambiente suele ser muy familiar.

El año pasado tuve la oportunidad de asistir al Zócalo, amenizó la festividad el cantante Juan Gabriel, por lo que la mayoría de las personas se mostraban felices de estar ahí a pesar de la lluvia. Sin embargo, cuando Enrique Peña Nieto salió al balcón se dejó sentir la “rechifla” y las consignas en su contra, las cuales fueron opacadas por el bullicio del momento. Este año, mi intención era no estar presente en esa celebración por decisión personal, pero llegaron de visita amigos extranjeros quienes, decididos a conocer las tradiciones mexicanas, me convencieron de acudir.

Alrededor de las 16:00 horas nos aproximamos al Zócalo capitalino por la calle de Tacuba, me percaté de la llegada de alrededor de 20 autobuses que provenían de estados como Puebla, Jalisco, Guerrero y México; me resultó curioso ver que se estacionaban en calles aledañas y portaban insignias identificativas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), me acerqué a preguntar de dónde provenían y por qué llegaban: Manifestaron que habían llegado a la Ciudad de México desde la tarde del domingo y que les habían pagado el viaje y alimentos; además, les prometieron un “pago” por asistir. Eran alrededor de 500 personas las que se veían en ese momento, sin percatarme si ya habían accedido al Zócalo más, entre ellas, familias enteras. Asimismo, la mayoría de las personas parecía de bajos recursos, portaban solo algunas insignias representativas del PRI y objetos relacionados con imágenes «venerando» a Enrique Peña Nieto.

Acto seguido, nos dirigimos a los controles de seguridad donde fuimos revisados de manera minuciosa por elementos de la Policía Federal (PF), quienes examinaban de manera corporal a niñas, niños, adolescentes, adultas y adultos mayores y toda aquella persona que intentará celebrar las tradicionales fiestas. Fueron más de tres controles de seguridad los que se tenían que sortear; el último de ellos consistía en tocamientos por parte de la citada policía: Ante la desinformación e ignorancia de los padres que acompañaban a las y los menores, accedían a las revisiones, aunque no se dejaba sentir la molestia, la cual era justificada como medida de seguridad para tal evento.

Al paso de las horas decidimos salir a cenar pues la espera era larga, el acto conmemorativo estaba planeado para las 23:00 horas. A las 21:00 horas intentamos entrar de nuevo a la plancha del Zócalo, esta vez por la calle 16 de septiembre, donde ya se encontraba una gran cantidad de gente aglomerada. Al preguntar a la PF, nos comentaron que debido a medidas de seguridad no se permitiría más el acceso, pues ya se encontraba sobrepasado de gente el lugar.

Por ello, al paso de los minutos, la inquietud de las personas que se dirigían al evento se dejó sentir, entre “rechiflidos”, insultos y demás consignas pasaron las horas y se escuchaba a la distancia la voz Peña Nieto, quien iniciaba el “Grito de Independencia”, y más de 2 mil personas seguíamos detrás de una cerca de seguridad que nos impedía el paso al Zócalo; entre jóvenes y familias entusiasmados en un principio, decepcionados al paso de las horas; pues más allá de sus diferencias políticas, manifestaban ser mexicanos y mexicanas, y por tal, tenían el derecho a celebrar las fiestas.

Por último, y ante la negativa del acceso, los conatos de violencia entre policías federales y personas asistentes se dejaron sentir, pues esos policías lejos de calmar los ánimos y tranquilizar a la gente incitaban a la violencia, ya que entre ellos comentaban que “con una granada, todos se calmaban”. Media hora después de terminado el espectáculo de fuegos artificiales se permitió el acceso total al Zócalo.

Lejos de estar unidos como país y conmemorar una fecha que forma parte de la cultura mexicana, cada año el espectáculo central en el Zócalo es el artista que se presentará o cuántos “acarreados” habrá.