Información Sididh, La edición de hoy, Uncategorized — julio 24, 2014 at 9:00 am

“Me convirtieron en el payaso que divierte a su público”: migrante afrodescendiente

*Opinión

Por Denise González Núñez|Centro Prodh |@den_gn 

 

Ángel Amílcar, migrante torturado y encarcelado en Tepic
Ángel Amílcar, migrante torturado y encarcelado en Tepic

México, DF, 23 de julio. “Me convirtieron en el payaso que divierte a su público”. Estas son las palabras que usó Ángel Amílcar Colón Quevedo, migrante afrodescendiente, para describir parte de la tortura a la que fue sometido tras ser detenido en la ciudad de Tijuana, Baja California, el 9 de marzo de 2009.

Ángel es un defensor de derechos humanos perteneciente al pueblo garífuna. Nació en octubre de 1976 en una comunidad llamada Plaplaya ubicada en el Departamento de Gracias a Dios, una región de Honduras que se caracteriza por sus densos bosques y a la que sólo se puede acceder en avión o en lancha.

El 7 de enero de 2009 Ángel partió de Honduras con destino a Estados Unidos, con el objetivo de encontrar un trabajo que le permitiera sostener a su familia y pagar la atención médica del mayor de sus dos hijos, quien había sido diagnosticado de cáncer y murió meses después de la partida de su padre. Cruzar el territorio mexicano significó para Ángel lo que para muchas personas migrantes: viajar hacinado en la caja de un camión, sufrir hambre, frío, cansancio, soledad.

El 1 de marzo de 2009 Ángel llegó a Tijuana. A tres cuadras de la frontera conoció a un sujeto que le prometió falsamente ayudarlo a cruzar hacia Estados Unidos. El 5 de marzo dicho sujeto lo trasladó bajo amenazas, con la cabeza agachada hacia el piso del vehículo, a un inmueble localizado en una zona residencial de la ciudad. Apenas 4 días después, el 9 de marzo, Ángel fue detenido luego de un operativo policiaco que se llevó a cabo en el citado inmueble.

A partir de ese momento Ángel fue víctima de múltiples abusos, que incluyeron tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes. Policías lo calificaron de “colombiano” (asociando prejuiciosamente la nacionalidad con actividades delictivas) y se dirigían a él como “pinche negro”. Cuando él se identificó como ex dirigente de la Organización Fraternal Negra Hondureña (Ofraneh), la respuesta que recibió por parte de los policías fue: “pinche negro piensas que nos vas a engañar”.

Además, en la guarnición militar en la que fue torturado, también fue víctima de humillaciones. Le colocaron un pasamontañas, lo obligaron a hacer posturas militares, lo obligaron a marchar, a bailar, le tocaban el cuerpo. Todos se reían de él, incluyendo otros detenidos, algo que, en términos de la Corte Constitucional Colombiana en la Sentencia T-691/12 de fecha 28 de agosto de 2012, constituye un “escenario de discriminación”, es decir, una expresión de la discriminación a través de “una puesta en escena, una escenificación”. Las consecuencias emocionales y psicológicas son devastadoras. Por si esto fuera poco Ángel fue acusado de delincuencia organizada porque en otro caso un sujeto declaró que había una persona apodada “El Negro”. Como Ángel es afrodescendiente, las autoridades asumieron que él era dicha persona.

Es por este motivo que el pasado 18 de julio Ángel presentó, por conducto del Centro Prodh, una queja ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred). En la queja Ángel señaló, entre otras cosas, lo siguiente: “a mí me maltrataron y me torturaron públicamente, claramente con el fin no sólo de obligarme a autoinculpar, sino también con el fin de humillarme”. Por desgracia, el caso de Ángel Amílcar es un terrible ejemplo de cómo la discriminación racial en nuestro país es un flagelo persistente y de cómo la discriminación, si no es identificada y eliminada de nuestra sociedad, puede adquirir expresiones sumamente graves.

*Este texto fue publicado inicialmente en el blog La lucha cotidiana de los DH en Animal Político