La ficción no está lejos de la realidad: Avatar y la minería

*Opinión

Por Fernando Ríos/Centro Prodh

Imagen retomada de Internet

México, DF.- Avatar, la película, trata de un grupo de militares que arriban a Pandora, un planeta distante en busca de unobtainium —un metal valioso y preciado—. El pueblo na´vi vivía en un increíble árbol de dimensiones y belleza exorbitante, sobre él se encontraba el metal que tenía capacidades de superconductor. Lamentablemente, el sitio sagrado fue devastado, lo cual culminó con la muerte de muchos de sus habitantes piel azul, raza parecida a la humana.

La ficción no está lejos de la realidad, hace ya unas décadas en México apareció la industria extractiva con enormes desastres, generando grandes riquezas para empresas mexicanas y transnacionales.

Desde que se implementó la minería a cielo abierto para explotar “la nube de partículas de oro”, las empresas canadienses, en su gran mayoría, han desarrollado un ambicioso plan de neocolonización del territorio en toda América Latina. Ante la ausencia de vetas de oro y plata con grandes concentraciones, ha surgido la nueva explotación a cielo abierto para encontrar una cantidad ínfima de oro o plata en toneladas de piedra.

El costoso sistema tiene que demoler y triturar algo así como mil toneladas de piedra para sacar un kilo del preciado mineral; lo costoso está en los recursos que se utilizan y las consecuencias que se quedan en las tierras devastadas. El cianuro vertido en millones de litros de agua contamina los mantos freáticos y las montañas de desecho se esparcen con los vientos.

En México se han dado 26 mil 43 concesiones en todo el territorio, según la Secretaría de Economía (SE). Ante esta realidad de más de una tercera parte de la extensión nacional concesionada, es previsible la afectación a miles de comunidades en cientos de municipios. Por eso es que han surgido comunidades que han defendido sus derechos ante esta invasión que no respeta su tierra y territorio; no son pocas las que han pedido que se retire las concesiones y se deje de explotar.

La respuesta de las mineras ha ido desde buscar la aceptación de las comunidades con la realización de algunas obras públicas o becas escolares, hasta la contratación de sicarios que se encargan de amenazar, atemorizar e incluso asesinar a quienes se les opongan.

Un ejemplo de ello, es el intento de explotación del cerro del Jumil en Temixco, Morelos, por la empresa minera Esperanza Silver. Actualmente la Secretaría de medio ambiente y recursos naturales (Semarnat), le ha negado el permiso de abrir dos tajos a cielo abierto en 695 hectáreas para extraer oro y plata. Con un total de 15 mil hectáreas que tiene en concesión la minera canadiense abarca tierra de cultivos, lagos, selva baja y el centro ceremonial de Xochicalco.

Dicha empresa pretendía eliminar la zona arqueológica declarada patrimonio de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 1999. La lucha continuará pues aunque el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha declarado que “la explotación minera es incompatible con la conservación del patrimonio arqueológico”, es previsible que Esperanza Silver persista en completar los requisitos para al menos terminar con el cerro del Jumil, pues según datos de SE, la estimación de los minerales son de 642 mil onzas de oro y 442 mil onzas de plata.

La riqueza bajo nuestros suelos será motivo de una lucha feroz durante las próximas décadas por parte de las empresas mineras. Busquemos entonces al lado de todas las comunidades en resistencia, las estrategias organizativas y jurídicas que posibiliten el respeto  de las culturas indígenas, en cuanto su derecho a la consulta, se limiten y definan plazos a las concesiones, y se respete el medio ambiente. ¿Será posible un final feliz como en Avatar o es una utopía?