“Algo no cuadra cuando el Pentágono, que debiera esforzarse por parecer poderoso, empieza a hacerse la víctima”. Así ejemplifica Julian Assange la reacción inicial de la institucionalidad estadunidense ante las revelaciones masivas de documentos efectuadas por Wikileaks hace tres años. En contraste, el australiano pondera “el poder que los nuevos sistemas de información pueden otorgar a los ciudadanos y lo caracteriza como el más importante campo de educación política masiva que haya existido jamás”. La Jornada