Por cada 100 personas en pobreza, 52.3 son mujeres, más de la mitad. La cifra es de 30.6 millones de mujeres. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), son personas con un ingreso inferior a la línea de bienestar, es decir son pobres. Publicó Cimacnoticias
Esta línea es de 2 mil 114 pesos mensuales por persona (urbano), y mil 329 pesos en el ámbito rural, valor monetario de una canasta alimentaria de estricta subsistencia (cifras de Coneval de 2010).
Significa que el ingreso de más de 30 millones de mujeres está por debajo del valor de esta canasta alimentaria, en estas condiciones no es de extrañar que como jefas de hogar la inseguridad alimentaria severa también sea superior a la que se experimenta en la jefatura masculina, 22.1 y 16.1 por ciento, respectivamente, evidencia una desigualdad femenina en la pobreza.
También se aprecia este fenómeno en los indicadores relativos a la seguridad social y su acceso, tanto en trabajadores pobres como no pobres, al igual que en las trabajadoras sin contrato.
Las mujeres ocupadas pobres (trabajadoras) 94.4 de cada 100 NO cuentan con seguridad social y la mitad trabajan sin contrato, situación que se repite en las trabajadoras no pobres, ahí la proporción es de 60.2 mujeres por cada 100 personas.
Situación que se agrava al considerar que más de la mitad de las trabajadoras tienen un ingreso de únicamente tres salarios mínimos; toda esta precariedad laboral explica en gran medida su condición de mayor pobreza, incluso superior a la masculina.
Este círculo se recrudece en la medida en que la brecha de género en educación sigue siendo relevante. Por cada 100 jefaturas de hogar con rezago educativo, 56.5 son de mujeres, esto implica menos herramientas para el desarrollo integral de ellas y de sus familias, es la pobreza intergeneracional.