Por: Denise González
Colaboradora del Área Internacional del Centro Prodh
El día de ayer, 16 migrantes centroamericanos fueron encontrados en el interior de un vehículo que circulaba en la carretera La Independencia-Comitán de Domínguez, Chiapas. El conductor del vehículo fue detenido y, de acuerdo con medios de comunicación, enfrentará cargos por la violación de la Ley Federal de Migración. Mientras tanto, las personas migrantes que estaban dentro del vehículo seguramente serán deportadas.
Ser interceptado en algún lugar del territorio nacional, identificado como migrante indocumentado y posteriormente deportado es probablemente la mejor suerte que una persona migrante puede correr dentro del territorio mexicano (además, por supuesto, de lograr llegar a la frontera con Estados Unidos y cruzarla exitosamente). El peor de los escenarios es, sin duda, ser secuestrado por algún grupo delincuente (en colusión con las autoridades, como ocurre frecuentemente), ser torturado y terminar muerto en alguna fosa perdida.
Sin embargo, entre ambos extremos hay diversos infiernos que las personas migrantes indocumentadas dentro de México son susceptibles de sufrir debido a la grave vulnerabilidad en la que se encuentran. Por ejemplo, un migrante puede llegar a ser víctima de los engaños de una persona que le promete falsamente ayudarlo a cruzar la frontera con Estados Unidos y lo traslada contra su voluntad a una casa que contiene objetos ilícitos, para posteriormente ser detenido y acusado de delincuencia organizada y delitos contra la salud (delitos por los que la pena se mide en décadas).
Este es el caso de Ángel Amilcar Colón Quevedo, transmigrante hondureño de 36 años de edad quien partió de su país con destino a Estados Unidos el 7 de enero de 2009, con el objetivo de encontrar trabajo y obtener los recursos económicos necesarios para sostener a su familia, incluyendo el pago de la atención médica de su hijo de 7 años que sufría de cáncer y que murió meses después de la partida de su padre. Como casi todo migrante, Ángel viajó un tramo del trayecto hacinado, junto con decenas de personas, dentro de la caja de un camión y pagó muchos dólares para poder realizar llamadas telefónicas. Después de dos meses logró llegar a Tijuana, Baja California, en donde un sujeto le prometió falsamente ayudarlo a cruzar la frontera. Dicha persona lo trasladó con la cabeza agachada hacia el piso del vehículo a un inmueble localizado en una zona residencial. Ahí lo amenazó para que no hiciera preguntas respecto de lo que viera u oyera dentro de la casa y de no asomarse por la ventana si quería seguir con vida. Para el infortunio de Ángel dentro de la casa había armas y drogas.
El 9 de marzo de 2009 aproximadamente a las 4 de la tarde, agentes de la Policía Federal Preventiva, la Policía Estatal Preventiva, la Policía Ministerial del Estado y la Policía Municipal llevaron a cabo un operativo en la casa donde Ángel se encontraba. Como resultado de dicho operativo Ángel fue detenido y acusado de haber cometido diversos delitos federales, incluyendo delincuencia organizada.
Ángel quisiera sentir el abrazo de sus seres queridos y echar a andar proyectos agrícolas en su país, pero no puede. Desde hace casi cuatro años, Ángel se encuentra injustamente en una cárcel mexicana esperando sentencia.