Ayer, martes 13 de noviembre el pleno de la Cámara de Senadores aprobó la reforma laboral que Felipe Calderón envío como iniciativa preferente a la nueva legislatura, pero la turnó a la presidencia de la República para su promulgación.
Según informan diversos diarios de circulación nacional, después de 71 días de discusión y rebatingas políticas, los senadores modificaron la Ley Federal del Trabajo con una propuesta en la cual están permitidos los contratos a prueba, el pago por horas, el outsourcing, la facilidad en los despidos, el control de las huelgas sindicales sin embargo en la propuesta no prosperó la democracia sindical y otros beneficios que el gobierno federal promovió como las partes más avanzadas de dicha modificación.
Con 96 votos a favor del PAN, PRi y Nueva Alianza y 28 en contra, la reforma calderonista es la realidad con la cual las siguientes generaciones de mexicanos harán frente a los patrones y sindicatos. Con una discusión de cuatro horas, los legisladores de todos los partidos políticos se acusaron de no buscar lo mejor para la población mexicana: Alejandra Barrales acuso al PRI de no buscar mejores condiciones para los trabajadores; de su lado, dos priistas integrantes de la Comisión del Trabajo aseguraron que la reforma incentiva la productividad, incentiva la generación de empleos y dinamiza la economía nacional.
Los legisladores del PT y PRD señalaron que esta reforma es un atentado contra la clase trabajadora y también, la primera modificación a la Constitución que hace un énfasis de clase ya que privilegia a unos cuantos y despoja a la mayoría de la población de su derechos elementales.