Aún bajo el fulgor de las elecciones y de las sospechas fundadas de fraude, varios jefes de Estado se han volcado a felicitar a Enrique Peña Nieto. Pendiente de ratificar los resultados del PREP y en su momento, de nombrar al ex gobernador del Estado de México como Presidente Electo, vale la pena destacar el tema de seguridad, como un tema de la agenda de los derechos humanos.
El Presidente Felipe Calderón, en su primer discurso, el 1 de diciembre de 2006, destacó el tema de la “seguridad”, mismo que había sido un tema de bajo perfil durante su campaña. Sin embargo, a cinco años y medio, y a punto de terminar el sexenio, se han incrementado cuantitativamente los delitos y las agresiones a la ciudadanía. El candidato del PRI trató este tema superficialmente y no hubo pronunciamientos claros sobre el mismo.
Algunos representantes del parlamento estadounidense se han declarado preocupados porque Peña sólo ha prometido terminar con la violencia y no con el tráfico de drogas. Esto hace pensar que en el dicho de Sócrates Rizo, ex gobernador de Nuevo León: durante décadas hubo un pacto tácito entre los gobernantes y los cárteles de la droga. El involucramiento de los funcionarios iba desde proteger el traslado de la droga, hasta el único acuerdo de que, mientras no cometieran otros delitos del fuero común, no tendrían problemas con los gobiernos municipales y estatales. Sin embargo, después del cambio de partido en el gobierno, los acuerdos con los grupos criminales se vieron transformados, lo cual dio pie a la lucha entre cárteles por nuevos territorios.
La otra posibilidad es la que se originó a propósito de la presentación de Oscar Naranjo como “asesor” de seguridad. Este general de cuatro estrellas, “graduado en montajes mediáticos y otros trucos sucios” ha sido un colaborador fiel de la Agencia Antidrogas estadounidense (DEA). Con la asesoría de este colombiano, el posible gobierno peñista estaría en concordancia con la guerra de Calderón, siguiendo las directrices del país del norte. Sin embargo, la trayectoria de Naranjo ha estado ligada a grupos de narcotraficantes del cártel de Cali, y con acusaciones graves de violaciones a los derechos humanos, asesinato y robo de los grandes decomisos al narcotráfico.
De ser así, la historia de corrupción e impunidad de los gobiernos priistas vendría a ser enriquecida con la trayectoria de un experto en paramilitarismo, narcotráfico y en violaciones sistemáticas a los derechos humanos.
En el actual sexenio hemos visto que con la estrategia contra el narcotráfico se ha transgredido gravemente la vida y los derechos de quienes habitan y transitan por México. Es pues necesario, en el nuevo escenario seguir poniendo sobre la mesa temas relevantes como la seguridad ciudadana, las redes financieras que posibilitan el lavado de dinero, la educación de la cultura de violencia y segregación, la formación en derechos humanos o el combate a la desigualdad.