De la crisis financiera a la constitución 2.0: Islandia, un caso para reflexionar…

Por Quetzalcoatl g. Fontanot

No se trata de soñar irresponsablemente, de despegarnos de la realidad. Solamente de imaginarnos con libertad otras posibilidades a las que nos han hecho creer que son únicas. En este sentido, el caso islandés es paradigmático. Poosedor de características muy particulares, tanto geográfica como demográficamente, vivió un súbito boom económico en 2004 y 2005, que lo consolidó como el país del mundo con mejor nivel de vida, según la ONU. Bajó un poco en 2007 y, después de la crisis bancaria de Estados Unidos, en septiembre de 2008, vivió una crisis bancaria similar a las experimentadas en tiempos recientes por todo el mundo; incluso en México (recuerden el Fobaproa). Su caso es considerado por los especialistas, junto con el de Irlanda, el inicio de la actual crisis europea.

Podemos tener idea del significado que tiene un evento social de esta naturaleza para una nación. Sin embargo, en lugar de histerizarse buscando una solución a los problemas de la clase financiera, los islandeses hicieron lo que el sentido común dictaba. En lugar de aceptar que el desfalco financiero fuera pagado por las arcas públicas, la sociedad islandesa encontró canales legales y legítimos para ejercer su soberanía y obligar al Estado a distribuir escrupulosamente el costo de los errores. Un botón de muestra: uno de los gobernadores del Banco Central de Islandia, Davíð Oddsson, fue entrevistado en la cadena pública islandesa RÚV y afirmó que «nosotros [el Estado islandés] no tenemos intención de pagar las deudas de los bancos que han sido un poco desatentos».

Ello por supuesto generó toda una serie de tensiones financiero internacionales, toda vez que con la crisis se generaron perdidas por unos 2.3 mil millones de dólares para el Reino Unido y 1.3 mil millones para Holanda. La deuda no era pública, sino de los principales bancos de Islandia. El pueblo islandés se negó a pagar y, por el contrario, cambió al gobierno que había permitido los estropicios y asumió su propia responsabilidad histórica. No fue fácil, porque fueron hostigados por ello (el gobierno británico, por ejemplo, activó la ley antiterrorismo para congelar fondos islandeses). La sociedad islandesa asumió su propio costo del error con una devaluación muy fuerte y los efectos ya conocidos de una gran crisis, pero tenían la satisfacción de saber que los responsables de los desfalcos estaban siendo efectivamente procesados.

Por su parte, el pueblo irlandés se vio orillado a aceptar la pérdida de soberanía, alcanzando un equilibrio costoso para el pueblo y mitigado a sus poderosos socios de la Union Europea. Grecia, de igual manera, sufrió los efectos de la crisis estadounidense; sin embargo, la dimensión real de la crisis le fue ocultada a su pueblo y su estallido, dolorosísimo para la gente y altamente peligroso para la estabilidad europea, generó fuertes enfrentamientos populares y la dimisión del gobierno que hasta ahora no ha podido ser conformado (en las elecciones de mayo no se pudieron formar alianzas por lo que habrá nueva jornada electoral el 17 junio próximo). Con la pesadilla Griega en vilo, empieza a anunciarse en el horizonte una nueva enfermedad del sistema económico: una suerte de gripa española, similar a la epidemia de 1918, pero ahora económica. Y en México ya estamos viviendo sus efectos con una minidevaluación que Carstens nuevamente busca empequeñecer. Un artículo del periódico especializado El Economista con fecha 31 de mayo llamado ¿Padecimos a Grecia? ¡Esperen ver a España! recuerda que fue precisamente la crisis islandesa la que destapó la actual crisis europea. Después siguió Irlanda, luego Grecia ¿ ahora España?


Respecto a la opción islandesa, Joseph Stiglitz premio Nobel de Economía y profesor de Columbia señaló: “Islandia hizo lo correcto asegurando que su sistema de pagos continuaría funcionando, mientras que los acreedores, no el contribuyente, asumieron las pérdidas de los bancos”. Mientras Irlanda se ha ajustado plenamente y Grecia no ha logrado definirse claramente, España se ha replegado a la derecha y la clase financiera la ve con preocupación.

Ya comprendimos que la crisis europea comenzó a ser visible con Islandia e Irlanda. ¿Cómo han evolucionado a cuatro años de distancia?: Ambas van en proceso de recuperación. Los índices de crecimiento moderados han vuelto, sólo que parece que el futuro de Islandía sería más venturoso. ¿Las razones? diversas, algunas que derivan de condiciones muy particulares de este país (una economía bastante pequeña y manejable, además de ser uno de los pocos países del mundo a los que el cambio climático le viene bien).

Lo que es completamente cierto es que la diferencia entre Islandia e Irlanda está en las dimensiones que han cobrado la independencia y soberanía de ambos países. Mientras que las políticas públicas de Irlanda son dictadas por la clase financiera internacional y europea, en Islandia pueden decidir su futuro y dinamizar a su democracia. A Irlanda la crisis le costó un 45% de su PIB. Islandia perdonó a gran parte de sus ciudadanos la deuda hipotecaria.

En Islandia ya se han realizado algunas detenciones por el escándalo financiero y en el siguiente año y medio deberían surgir los resultados más completos de la investigación penal en curso. Este 30 de junio elegirán nuevo presidente, que parece que será presidenta. Pero además vive una verdadera primavera colaborativa en donde están realizando la primera constitución open source según el portal web Pijama Surf. Esta constitución 2.0 está siendo recopilada por un equipo de 25 personas a través de los comentarios abiertos de la población por medio de las redes sociales, con base en lo cual elaborarán un borrador que se votaría en un referendum y finalmente el Parlamento la promulgaría.

Decíamos al principio de este texto que no se trata de soñar irresponsablemente, de despegarnos de la realidad. Solamente de imaginarnos con libertad otras posibilidades a las que nos han hecho creer que son únicas. En el contexto del actual proceso electoral en curso en el país conviene voltear un poco a la historia reciente de otros pueblos y sobre todo a las implicaciones de las decisiones que han tomado. Un ejemplo muy claro del caso Grecia ¿Se hubiese aclarado el asunto de la corrupción si el gobierno conservador que duró dos periodos no hubiese sido sustituido por el gobierno socialista? ¿Hubiese habido justicia en el caso islandés de persistir en el gobierno el conservadurismo que desató la crisis?

Finalmente, llama mucho la atención el encadenamiento de la crisis estadounidense con la europea y otros catarritos recientes. Pareciese como si el modelo financiero internacional se estuviera colapsando con un retardo secuencial para que el aparato político global lo pueda sustentar. Debemos dimensionar bien el valor de los actos. Por ahora, considero, debemos escoger un gobierno que administre adecuadamente lo que tenemos, así sea esta democracia incompleta. En ese sentido, sin preferencia por un partido, debemos aceptar que la verdadera alternancia indicaría la sensatez de dar la oportunidad a las izquierdas en el gobierno.

Sin embargo, ese o cual sea que sea el resultado, implica la necesidad de reformular el tipo de Estado que queremos, atendiendo a las personas y a las familias (en su diversidad avasalladora), al tipo de relaciones sociales que queremos privilegiar. Normalmente nuestro país ha tendido a la violencia, especialmente durante los años recientes. Acaso sea nuestra oportunidad de votar por una paz sin adjetivos, que sea construida sin rencores por el pasado ni envidias por el presente.

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