El pasado 27 de marzo, se presentó en el Centro Cultural España, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, el libro “Sueños Guajiros”, escrito por Diego Lucero Estrada. El libro fue presentado por el también escritor Fritz Glockner y por Marco Rascón, luchador social y exguerrillero. Es editado por la Casa de las Palabras, cuya directora, Anabel Ballesta, moderó el panel.
Diego (hijo) relata a pincelazos la vida de su padre, Diego Lucero Martínez, para dar los mayores broches a su decisión política de conformar el Núcleo Guerrillero de Chihuahua. A partir de su propia vida y vivencias, comienza a tocar todos los puntos de lo que desde su niñez él entendía como un Estado represor. Cuando Diego se enteró de la ejecución extrajudicial de su padre Diego, a los seis años de edad, comenzó a figurarlo como un “Robin Hood”, tras la asimilación que hicieron sus hermanas de él.
Diego no entendió cómo su padre pudo haber sido ejecutado por el propio Estado, por los policías que le quitaron pronto su inocencia, si, según lo que él sabía, a Robin Hood jamás le salían mal las cosas. En su libro, Diego relata cómo llegó a canalizar ese “odio, asco, desprecio” que sintió hasta con agentes de tránsito, pero con el paso del tiempo se dio cuenta de que el fondo iba mucho más allá de un agente, o un policía: era un sistema represor para acallar violentamente toda muestra de descontento en el país.
En la presentación, Fritz Glockner, quien también perdió a su padre (Napoleón) por crímenes de Estado, comentó que en México no sólo hay torturadores de personas sino también “torturadores de la historia”, quienes mutilan la memoria a su antojo y conveniencia. Fritz coincide con Diego en aceptar también el sentimiento de recelo que sintieron, como niños, hacia sus padres. “¿A mí que me importaban los niños pobres de México? Yo quería jugar con mi papá”, señaló Fritz.
Por su parte, Marco Rascón compartió su historia y análisis desde que él formaba parte de “los Guajiros” –nombre del grupo guerrillero de Chihuahua fundado por Diego Lucero y apodado así por Lucio Cabañas– y con forme ha ido impulsando desde la sociedad algunos de los cambios democráticos en el país. Señaló con claridad todos los métodos que la entonces policía política, la Dirección Federal de Seguridad (DFS), utilizó en contra de los opositores al régimen. Además, comentó que la base que ha permitido que el narcotráfico sea lo que es hoy, se debe en gran parte a la misma DFS, que sí supo cómo “organizar un crimen organizado”, puesto que muchos de sus miembros pasaron a las filas de la delincuencia.
Por su parte, Diego se asume como un escritor recurrente, que tuvo que realizar esta memoria de su padre puesto que sintió que era su responsabilidad como hijo y como padre. “Acababa yo de ser padre cuando comencé a ir a los Archivos Generales de la Nación a investigar más sobre mi padre… Desde entonces creció mi admiración por él”. Por último, Diego compartió una frase de Alicia de los Ríos, cuya madre fue desaparecida por el régimen, para tratar de clarificar lo que se intenta hacer con estos esfuerzos de difusión de la memoria: “No tratamos de revivir muertos, sino de reconstruir vidas”.
El Centro Prodh sigue acompañando el caso de la ejecución extrajudicial de Diego Lucero Martínez, en enero de 1972 tras la triple expropiación efectuada a bancos de la ciudad de Chihuahua. El entonces gobierno de Oscar Flores se caracterizó por su brutalidad en la represión de grupos estudiantiles y guerrilleros, que culminó con la vida de Diego. Tras la denuncia presentada en la FEMOSPP en 2005, la Procuraduría General de la República trata de cerrar las investigaciones en el caso puesto que considera que la ejecución de Diego, crimen de lesa humanidad, “ya prescribió”.
Por: Andrés Díaz, Colaborador del Área de Defensa del Centro Prodh