En el contexto de la conmemoración del día internacional contra la violencia hacia las mujeres y como cada año, los medios mexicanos realizan diversos trabajos especiales para aportar elementos al diagnóstico social en relación a este grave problema social. Sin embargo, la realidad social persiste en las actitudes cotidianas que fomentan acciones, percepciones y códigos que reproducen la violencia hacia las mujeres y la perpetuan de manera casi invisible. Si bien la conmemoración favorece el visibilizar situaciones concretas que pueden expresarse en cifrascomo que el 55 por ciento de las mujeres que habían sido víctimas de violencia hasta 2006 no denunciaron la agresión, (según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2006, citada por Milenio); o el hecho de que cada mes llegan cerca de 300 mujeres entre 19 y 40 años, a las Unidades de Atención y Prevención de la Violencia Familiar del GDF buscando refugios temporales por la violencia de que son víctimas, según resalta SDP Noticias.
Origen de la conmemoración, casi olvidado
Es necesario recordar que esta conmemoración internacional tiene su orígen en las hermanas Mirabal, mujeres dominicanas conocidas como las mariposas, que fueron asesinadas por ejercer sus derechos. Eran los años 60 y se respiraban aún los aires de la revolución cubana, tras su triunfo el año anterior. En República Dominicana, las hermanas Mirabal participaban del movimiento opositor al dictador Leónidas Trujillo. Junto a un centenar de miembros de la agrupación, sufrieron persecución y encarcelamientos. Dos de las hermanas, Minerva y María Teresa, fueron encarceladas, violadas y torturadas en varias ocasiones. A pesar de estas situaciones, continuaron en su lucha por terminar con la dictadura. Después de varios encarcelamientos, Trujillo decidió terminar con ellas.
Entre febrero y mayo de de 1960 fueron encarceladas y liberadas en diversas ocasiones. Sin embargo, el dudoso beneficio de su liberación no se extendió a sus esposos, quienes permanecían encarcelados, mientras que ellas permanecían en libertad fubndamentalmente para ser sujetos del hostigamiento por parte de la dictadura. Finalmente, el 25 de noviembre, Minerva, Patria y María Teresa Mirabal fueron a visitar a sus esposos detenidos en la prisión de «La Victoria». Pero al regresar a su casa, cayeron en una emboscada y tras ser trasladadas a una construcción lejos de alguien que las pudiese ayudar, fueron primero asfixiadas. Al final los cuerpos de las mujeres y un hombre que las acompañaba ya no hacían ningún movimiento convulsivo, por lo que sus agresores las apalearon hasta morir para luego introducir los cuerpos en el coche y simular un accidente de tráfico.
Según relata la wikipedia, Trujillo creyó en el momento que había eliminado un gran problema. Sin embargo, el asesinato le trajo muchos inconvenientes y fue el principio de su desgracia. La muerte de las Mirabal causó gran repercusión en la República Dominicana. La publicidad resultante provocó que el pueblo dominicano se mostrara cada vez más proclive a apoyar a las Mirabal y sus ideales. Esta reacción contribuyó a despertar conciencia en el público y finalmente culminó con el asesinato del dictador el 30 de mayo de 1961.
Lluvia de datos, continuidad de patrones
Si el día de hoy uno escribe la palabra mujer en el buscador google, encontrará que el primer resultado es la entrada de este término en la wikipedia, pero inmediatamente encontrará videos sobre mujeres bañándose o una simpática cámara oculta en el baño de mujeres. Hoy que se conmemora la lucha por sí mismas y su sociedad de las hermanas Mirabal, los tabloides publican en sus portadas imágenes objetualizantes de mujeres que no tienen ni siquiera espacios equivalentes para expresar sus necesidades reales o discutir sus problemas en un tono distinto al de los programas de revista televisivos.
Esa violencia estructural hoy persiste y es responsabilidad de varones y mujeres combatirla en nuestros ámbitos más cercanos y reales. La casa, el trabajo, la ciudad, el campo, la escuela. Debemos conseguir juntas y juntos que esos espacios sean adecuados para cualquier identidad genérica. El primer paso para ello no es analizar las cifras de 2006 que la mayoría de medios convencionales resaltan hoy, sino preguntarnos cuál es la situación en nuestros espacios mismos.