Indignarse ante la violencia económica

Indignación

Mientras que el presidente Calderón continúa insistiendo en la necesidad de las reformas económicas para, según él, generar desarrollo al pueblo de México, la realidad es que en su sexenio la pobreza ha continuado e, incluso, se ha intensificado. Esta realidad es similar a la de distintos países del mundo, cuyos habitantes han decidido mostrar su indignación y hartazgo contra un modelo económico que quebranta la vida de los más.

 

“Aprobar las reformas económicas pendientes, demanda Calderón”. Esta frase pareciera que no tiene relación con los derechos humanos. Sin embargo, en las últimas semanas han brotado movimientos que reivindican las luchas económicas y con ellas las luchas por los derechos humanos que nos han precedido. Los indignados en España se han movilizado porque el gobierno pretende hacer recortes de los programas sociales. Ahora, en el centro del capitalismo mundial, cientos de ciudadanos se han dado cita para demandar justicia económica y denunciar la avaricia de los banqueros de Wall Street. Los programas sociales o las normativas que reconocen los derechos de los trabajadores son fruto de los movimientos sociales del pasado que han quedado establecidas dentro del programa del Estado. Esto es, precisamente, lo que hoy se encuentra en disputa con los grandes capitales.
Calderón afirmó: “México va a perder no sólo una valiosa oportunidad, sino que en el futuro quizá tendrá que hacerlas en condiciones mucho más difíciles y apremiantes”. Las actuales reformas se encuentran por ejemplo, bajo el signo de la flexibilización laboral, que implica que el trabajador esté dispuesto a trabajar sólo unas cuantas horas al día, o lo tenga que hacer en la noche o en el tiempo que tenía reservado para pasarlo con su familia el fin de semana. La “valiosa oportunidad” es sobre todo para el grupo del poder económico y político, que busca mantener sus grandes sueldos y ganancias. Es contradictorio que la Secretaría del Trabajo, quien representa la lucha histórica por condiciones laborales dignas, sea la que busque encontrar mejores condiciones laborales para los patrones.
Un manifestante en Nueva York decía: “conocemos de primera mano la devastación causada por una economía global donde los trabajadores, sus familias, el medio ambiente y nuestros futuros son sacrificados para que unos pocos privilegiados pueden ganar más dinero sobre el trabajo de todos menos los de ellos”. En México tenemos la memoria del rescate financiero, conocido como FOBAPROA, que sigue llevándose una buena parte de los ingresos del país; mientras que los indicadores del nivel de vida se han visto muy claros en los últimos resultados del CONEVAL : “(…) entre 2008 y 2010 la población en pobreza pasó de 44.5% a 46.2%, lo que representa un incremento de 48.8 a 52.0 millones de personas”. Los presentes resultados incorporan una nueva medición en su dimensión económica y social, así que para establecer la comparación con los resultados del 2008, es necesario sólo utilizar los resultados de la dimensión económica. En el año 2008, el número de pobres que tenía las características de pobreza alimentaria, de capacidades y de patrimonio era de 52.3 millones de personas (47.7%), y los últimos resultados establecen un total de 57.7 millones (51.3%). Es decir, cinco millones de personas más, que han visto pasar su nivel de vida digno a otro que está debajo de las condiciones óptimas, es decir, que no tienen para vestir, mandar los hijos a la escuela  o para ir al doctor.
Estos meros indicadores muestran la situación de dolor que día a día enfrentan los pobres. Definitivamente las reformas aprobadas en los últimos años los han hundido en perores condiciones de vida y les ha mostrado que las políticas económicas no son ninguna “oportunidad” para ellos. Es por eso que, ante la violencia económica que sufre el país, es necesario no dejar pasar estas políticas injustas y desiguales, sino que, al contrario, es necesario seguir defendiendo los derechos económicos como lo están haciendo “los indignados” en diferentes lugares del mundo o el movimiento “Ocupa Wall Street” en Nueva York.