Las 87 páginas del informe de Naciones Unidas sobre violaciones de derechos humanos en la investigación del caso Ayotzinapa describen, como pocos, una práctica deleznable e ilegal de las policías y las Fuerzas Armadas cuando se ven presionadas para ofrecer resultados a la sociedad en torno a un asunto relevante para el país.
“Doble injusticia” es una especie de antimanual de lo que no debería hacerse con tal de construir verdades históricas. La oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos demostró que 51 detenidos por los hechos violentos ocurridos en Iguala en septiembre de 2014 (entre 63 casos que analizó), fueron torturados durante su captura, en los vehículos en que eran transportados a oficinas de la Procuraduría General de la República, en lotes baldíos durante el camino, en instalaciones de la propia PGR. Es decir, en cualquier sitio y durante horas para ser entregados siempre hasta el día siguiente de su detención, también arbitraria, sin orden judicial y alegando, para sustituir a la flagrancia que exige la ley, que los detenidos confesaron “de manera espontánea”, ser parte de la organización criminal Guerreros Unidos.
La tortura y los malos tratos “son generalizados en México”, concluyó el relator de la ONU sobre la tortura y se confirma en el informe “Doble injusticia”. Aparece en la página 44 el caso de un hombre que falleció debido a los golpes y al ahogamiento con una bolsa de plástico en la cabeza, torturado por marinos. Emmanuel Alejandro Blas Patiño ni siquiera fue reportado por la Armada durante la captura de otros dos presuntos delincuentes, Eury Flores y Francisco Javier Lozano, al amanecer del 27 de noviembre de 2014 en Cuernavaca. Pero a un cabo de la Marina que participó en el operativo, se le escapó describir a Blas Patiño como un tercer individuo que huyó, pistola en mano, y se metió en un edificio y cayó al vacío desde un tejado.
Eury ofreció otra versión el 30 de octubre siguiente.
Que cerca de él estaban los marinos torturando a “El Chiquis” Blas Patiño con la bolsa de plástico. “Hasta que escuché (a un marino decir), ‘valió madre, éste no aguantó, se me ahogó’ y los demás le reclamaron por su torpeza”.
El parte de la Marina reportó que la detención de los dos restantes fue pacífica. Pero la verdad Eury Flores tenía más de 30 lesiones, cuando lo examinaron médicos de la PGR, y Lozano al menos 17.
Naciones Unidas describe las principales modalidades de tortura, tratos crueles, inhumanos o degradantes que descubrió:
–Toques eléctricos en múltiples partes del cuerpo. Violencia sexual con penetración anal en tres casos de hombres procesados. Amenazas de violación sexual a las mujeres de la familia. Amenazas de muerte contra detenidos y familiares. Puñetazos, patadas y golpes con armas en todo el cuerpo. Golpes contundentes en los oídos. Asfixia mediante bolsas de plástico cubriendo la cabeza. Ahogamiento con puesta de trapos en la cabeza y derramamiento de agua encima.
Hubo casos en que forzaron a desnudarse a detenidos. Se les envolvía con una manta para evitar la respiración y movimiento. Les aplicaban “la momia”, cobertura de todo el cuerpo con cinta adhesiva. Otros fueron subidos a helicópteros y se les amenazaba con ser arrojados al vacío.
Sabemos de la existencia de estos y otros tormentos durante décadas. Sólo que aquí se trata de la investigación más sensible en décadas. Y todo lo descrito por la ONU la quema en el basurero de la historia.
Este es un artículo de José Reveles, publicado originalmente en mayo de 2018 en Capital México.