Desde un lugar en Tapachula, donde fue detenido por el gobierno mexicano, el migrante hondureño Tony Misael Matute Ríos, de 25 años –conocido en su país por su lucha por la propiedad de la tierra del Bajo Aguán–, llamó por teléfono a una defensora de derechos humanos y, aterrado, le pidió que mandara a diplomáticos para que verifiquen la situación de sus compatriotas. Dijo que los tratan “como un maldito animal”.
La llamada de menos de tres minutos, en la que Matute Ríos denuncia que fue detenido ilegalmente, fue grabada por la defensora, quien la pasó a sus contactos en México para que rescaten al joven desplazado que meses atrás salió de Honduras con su familia para salvarse de amenazas de muerte, y para que impidan que lo repatrien a su país, donde lo esperan para matarlo.
Toni Misael, junto con su madre, su padre, tres hermanos y dos hermanas, salieron de Honduras porque una banda de sicarios los acosaba a partir de su lucha como miembros del Movimiento Unificado Campesino del Aguán (MUCA), enfrentado a caciques y paramilitares.
Habían pasado por un albergue en Tecún Umán, Guatemala, y él estaba pidiendo visas humanitarias en Tapachula, pero lo atraparon justo cuando la caravana migrante se dirigía a la frontera mexicana con Guatemala.
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