El Presidente les envió a los Senadores el nombre de uno de sus compañeros al que la mayoría considera carismático, inteligente y abierto al diálogo, Raúl Cervantes. Para la oposición, la confianza en uno de los suyos pasó por alto el hecho que quien ahora es Procurador General protagonizó hace un par de años la defensa del PRI-Verde en el caso de tarjetas Monex.
Las posibilidades de oponerse estaban acotadas no sólo por la empatía que les despierta su colega sino por los posibles intercambios que podrían resultar de ese consenso silencioso. Meras casualidades. Un día antes de la ratificación de Raúl Cervantes, en análoga actitud de resignación, el Senado aprobó la Ley de Ingresos con una bolsa de recursos que tarde o temprano caerán en manos de gobernadores y fracciones parlamentarias. Si para algunos Senadores eso no era suficiente razón para entrar al intercambio, quizá la idea de ampliar el periodo de los magistrados del Tribunal Electoral resultaba atractiva. Muchos de ellos simpatizan con quienes quedaron en la lista.
Raúl Cervantes es hoy el Procurador, lo que no impide que el Poder Legislativo paralelamente establezca condiciones para una deliberación abierta que defina la refundación de la Fiscalía desde el marco constitucional. En consecuencia, el diseño de la Fiscalía y su dirección deberá ser un proceso en el que el Ejecutivo permanezca al margen. Buena parte de la legitimidad de la institución descansará en su autonomía. ¿En serio no queda de otra?
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