Resulta claro que detrás de la descalificación contra Buitrago y las que han antecedido contra los demás integrantes del grupo -Carlos Beristain, Claudia Paz, Francisco Cox y Alejandro Valencia- hay una agenda política. Es evidente que en México quien se atreve a investigar o sancionar militares convierte su vida en un infierno; no importa cuán buena reputación se tenga, en ese intento puede perderse todo.
Quien de manera visible opera esta campaña de desprestigio es José Antonio Ortega Sánchez; un varón cuya biografía es ciertamente opuesta, como la noche al día, a la de la fiscal Buitrago: fue fundador del Yunque, abogado de militares, amigo de la ultraderecha colombiana y colega de Isabel Miranda de Wallace. ¿A quién responde este señor? ¿Por qué sus acusaciones son transcritas al papel sin verificarse siquiera? ¿Quién detrás suyo armó la campaña de filtraciones, mentiras y torceduras?
En México hay actores políticos cuyo deseo es que la investigación sobre la tragedia de los normalistas de Ayotzinapa se resuelva mal. Pero también los hay, dentro y fuera del gobierno, quienes apuestan porque este esfuerzo judicial llegue a buen puerto. Aquel que pretende convertirse en el próximo fiscal autónomo de la República estaría entre los interesados para que esta investigación salga fatal porque con ello sepultaría a su principal adversaria: la procuradora Arely Gómez. Ya antes ese mismo personaje hundió a Jesús Murillo Karam, ¿por qué no lo haría de nuevo?
** ZOOM: Ortega Sánchez y sus socios no solo le están haciendo el trabajo sucio al Ejército, sino a alguien más: tiene un teléfono rojo y suena fuerte en Los Pinos. (El Universal)