Bajo la lupa, La edición de hoy — marzo 3, 2016 at 8:20 am

Al gobierno le enervan las malas noticias/ Salvador Camarena en El Financiero

¡Ahí está el detalle!

chrome_2016-03-03_08-14-15Pero ese sí es el mensaje que el gobierno federal se vio obligado a transmitir a los padres de los jóvenes de Tierra Blanca: los asesinos fueron los nuestros, los asesinos somos en parte nosotros porque no hemos podido con el paquete. Y como a tantos antes de ustedes, les prometemos justicia. Algo que quizá llegue en algunos años, o quizá no, pero qué más da, cuando eso ocurra, en cualquier sentido, ninguno de los actuales gobernantes estará en su puesto, nadie responderá ni por el delito ni por el castigo. ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Cómo después de que en Iguala desaparecieran a manos de policías 43 jóvenes en septiembre de 2014?

¿Cómo ha podido ocurrir otro levantón de chavos a manos de policías, ahora en Veracruz? La respuesta es muy sencilla: porque el Gobierno Federal cree que puede mentirle a todos todo el tiempo. Porque increíblemente el gobierno cree que emitir boletines, pronunciamientos, discursos y, cuantimás, iniciativas de ley es incidir en la realidad, es cambiar las cosas, es mover a México.

Por eso, ese mismo gobierno reaccionó ayer de manera airada cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dio un informe que dice lo obvio: que en México hay una crisis generalizada en esa materia. El gobierno rechazó el informe denunciando que hay un complot. Que la CIDH en vez de visitar México para ver el vaso medio lleno se dedicó a mirar el vacío, que la misión traía un “sesgo”. Literal. Porque para Peña Nieto la CIDH no debe fijarse en Tierra Blanca ni en Tanhuato ni en Tlatlaya ni en Iguala. Ni debe reparar en que hay casi 27 mil desaparecidos sin justicia ni, en muchísimos casos, búsqueda.

Así de ridículo suena el ucase, que no boletín, que emitió ayer el gobierno para rechazar el informe de la oficina de la OEA para los Derechos Humanos. Para este gobierno, cuando uno va al hospital los médicos no deben buscar aquello que esté funcionando inadecuadamente, sino para que le feliciten por los órganos que parecen estar funcionando óptimamente. Porque a este gobierno no le gustan las malas noticias. Esas las rechaza aunque sean verdad. (El Financiero)

 

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