*Opinión
Por Fernando Ríos/Centro Prodh
En el mes de junio hubo menos de 900 homicidios dolosos relacionados con el crimen organizado y el combate contra ellos. Estas cifras tienen cierta correlación con los 5 mil 296 que ha mencionado el Secretario de Gobernación, hace unas semanas cuando se cumplieron los primeros cinco meses de gobierno de Enrique Peña Nieto.
No es claro que la violencia disminuya significativamente, lo que está sucediendo es un cambio en los lugares donde ésta se hace presente. En ciertos estados que tenían cifras muy altas como Guerrero, Chihuahua, Sinaloa, Coahuila y Nuevo León ha bajado entre 13 y 40 por ciento.
Sin embargo, es preocupante que las estructuras que permiten e incentivan el crimen organizado continúan: el consumo de la droga, el posicionamiento y dominio territorial de los cárteles así como la corrupción de los cuerpos policiaco y las redes financieras.
Recientemente se han aprobado reformas a las leyes nacionales e internacionales del ámbito financiero para evitar el lavado de dinero. Mientras esto sucede hay una mayor diversificación de la violencia en los municipios: por ejemplo, apenas hace unas semanas Peña Nieto anunció en Londres que la mayoría de los homicidios dolosos sucedían principalmente en 194 municipios del país, pero en un estudio reciente dado a conocer por el analista Eduardo Guerrero, la problemática se ubica hasta en más de 250 municipios, en los que se registran al menos una ejecución al mes.
Estas dos circunstancias: la dispersión de la violencia y el cambio en donde se registran las ejecuciones, nos muestran los hechos recientes en el DF. Es lamentable que se esté dando el efecto del corrimiento del crimen organizado a los estados vecinos, sin una estrategia de contención.
Existen muchas preguntas sobre el tema de seguridad: ¿Por qué ha disminuido la violencia en las entidades caracterizadas por tener masacres constantemente? ¿Por qué en otras ha aumentado? ¿El presupuesto de 4 mil 024 millones de pesos para la implementación de operativos para la prevención y disuasión del delito en qué se fundamenta?
El tema de seguridad seguirá siendo un tema central en la vida política, así como en el espacio cotidiano donde la persona común desarrolla sus actividades diarias. La diferencia de hace unos años a la fecha es que la gente carga con más sufrimientos bajo su espalda, como dijo una madre al encontrar los restos de su hija desaparecida: “con el alma y corazón amputados”. El dolor es tal vez lo único que nos puede hacer como sociedad movilizarnos para exigir la justicia y la verdad.