Para la conmemoración de un aniversario más de la matanza de Tlatelolco, partamos de un presupuesto muy obvio que, como jesuitas y universitarios, nos acerca generacionalmente con el movimiento estudiantil del 68: la crítica al sistema capitalista. En efecto,
- El modelo económico actual ha ampliado la brecha entre ricos y pobres, ha profundizado los procesos de explotación y opresión con la precarización del empleo y la concentración del ingreso, ha depredado ecológicamente la totalidad del planeta, ha contribuido a la deshumanización palpable del orbe.
- Como planteaban los estudiantes del mayo francés, o del movimiento mexicano del 68, es necesario revertir la historia, subvertirla, lanzarla en otra dirección.
- Hoy, sin embargo, tenemos más claro que hace cincuenta años que el horizonte utópico debe ser la construcción de una civilización del trabajo y la austeridad como sustitutiva de la civilización del capital y el desperdicio.
- Hoy como ayer, un primer paso tendría que ser alimentar y provocar una conciencia colectiva de cambios sustanciales.
- Luego crear modelos económicos, políticos y culturales alternativos.
- Se trata, pues, de pasar de una civilización que hace de la acumulación del capital el motor de la historia, de su posesión y disfrute elitista el principio de humanización, a una civilización de la austeridad compartida, una civilización de la pobreza digna, del trabajo.
- Sin embargo, también sabemos ahora que no hay una linealidad o necesidad inexorable que determine el curso de la historia en esa dirección.
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