10 años de la triste noche de Iguala.
10 años de que se abrió una herida profunda en el corazón de los familiares de los desaparecidos, que sigue sin cerrar y que todos los días lastima.
10 años en que las familias han tenido que lidiar con la ambivalencia y la incertidumbre inherentes a la desaparición de un ser querido.
10 años en que los padres y las madres han resistido la versión oficial conforme a la cual los 43 habrían sido incinerados, todos juntos, en un basurero, pese a que la evidencia científica no respalda esta versión.
10 años en que los familiares, y con ellos la sociedad entera, palparon el horror y la deshumanización que ha generado la violencia en México, que sigue aquí, incólume.
10 años de documentar con azoro la profundidad de las redes de macrocriminalidad en regiones de México donde la línea divisoria que debería separar a la criminalidad del Estado ya no existe.
Lee el artículo completo del Centro Prodh en Animal Político.