La primera etapa de esos encuentros inició en diciembre de 2018 y terminó en el verano de 2022. Las reuniones presenciales eran constantes y él mencionó el asunto en 503 ocasiones durante las mañaneras. Para el Presidente los 43 eran “una espina clavada” en el corazón, también un motivo de enojo con Hillary Clinton, quien se había atrevido a declarar que “si ella fuera presidenta de México, no descansaría hasta encontrar a los jóvenes de Ayotzinapa”. Lo vivió como un ultraje.
En el verano de 2022, el Presidente ya había cambiado internamente de opinión, pero le llevó tiempo organizar la ruptura. En Ayotzinapa tres instituciones continuaron avanzando: el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), la Subsecretaría de Gobernación encabezada por Alejandro Encinas y la Fiscalía Especial de Omar Gómez Trejo que había logrado 180 órdenes de aprehensión contra 160 civiles y 20 militares.
El viraje en la opinión presidencial fue hacia todas las víctimas y se manifestó en su rechazo a recibir a las colectivas de Buscadoras y a las tres comisiones encargadas de lograr verdad y justicia (Desaparecidos, Guerra Sucia y Ayotzinapa). Con esto último respaldó al Ejército que se negó a entregar 866 documentos que tienen que ver con información recabada por el Centro Regional de Fusión de Inteligencia (Cerfi) del centro del país (la sede está en Iguala).
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