Aunque tenía frente a sí un plantón de familiares de personas desaparecidas, a sólo unos metros del templete donde leyó su último informe, el presidente Andrés Manuel López Obrador ignoró la problemática que llevó a un grupo de buscadoras a permanecer en plantón durante 15 días al pie del asta bandera de la Plaza de la Constitución.
Ni los días y noches con fuertes lluvias de las últimas semanas, las dificultades de la vida cotidiana a la intemperie, la larga espera de la madrugada del 1 de septiembre con zozobra ante la posibilidad de un desalojo, la colocación de mantas en lugares más visibles desde las primeras horas de la mañana, ni los signos de paz ni los símbolos de auxilio sirvieron para que el mandatario se diera por enterado.
Alrededor de las 8 de la noche, esta reacción, aunada a sus problemas de salud, asuntos personales y proximidad de las fiestas patrias, las familias de personas desaparecidas decidieron retirar su plantón, no sin antes lamentar la actitud del presidente: “No nos vamos derrotadas; nos vamos tristes y decepcionadas. Pensamos que como era final de sexenio, él se iba a condoler de nosotros, de las familias de desaparecidos, pero vemos que no fue así”, señalaron en un breve pronunciamiento en el Zócalo.