El imperio criminal de El Chueco y las alertas fallidas en el asesinato de los dos sacerdotes jesuitas en Chihuahua

Los papeles de la Sedena revelan que el Ejército conocía todo sobre el imperio criminal de El Chueco, el principal sospechoso de los homicidios de dos sacerdotes jesuitas en Chihuahua, desde años antes de los crímenes.

La filtración de correos revela que las Fuerzas Armadas conocían las alianzas de José Noriel Portillo Gil, alias ‘El Chueco’, con el Cartel de Sinaloa, sus rutas de tráfico de droga y el régimen de terror que impuso a la población.

La inteligencia militar presenta a El Chueco como el jefe de plaza del grupo delictivo Gente Nueva en la comunidad de Urique, la cabecera municipal de Cerocahui, lugar de los asesinatos de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora y del guía turístico Pedro Palma.

Con todo, el diagnóstico que hizo la Sedena dos años antes de la masacre era que la incidencia delictiva “se mantenía en un nivel bajo” y que “eventos” como los achacados a El Chueco y Gente Nueva solo “se podrían presentar de forma aislada”

La narrativa de que El Chueco era un capo menor se contradice dentro del mismo informe de las Fuerzas Armadas, poniendo al narcotraficante en la parte más alta de la lista de “10 personas del sexo masculino que son de suma importancia para la delincuencia organizada” en Urique.

También choca con las conclusiones de otros miembros de la Sedena. El Chueco aparece en la lista filtrada de “blancos identificados” del Centro Nacional de Fusión de Inteligencia (CENFI) para ser perseguidos por las Fuerzas Armadas previa autorización de los altos mandos.

Los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora fueron asesinados a tiros dentro de una iglesia, donde resguardaban al guía turístico Pedro Palma, que también falleció. Ese día, Palma y otros cuatro turistas fueron reportados como desaparecidos.

En los documentos internos, que circulaban dos años antes de la masacre, se detalla cómo Gente Nueva se deshacía de sus víctimas y rivales en el sur de Chihuahua. Los cadáveres de los religiosos y del guía fueron hallados dos días más tarde abandonados.

“¿Que todo mundo supiera a que se dedicaba [El Chueco] y no lo tocaran? […] Tenía que haber ahí contubernio con autoridades”, dijo López Obrador tras el asesinato para exigir una explicación a las fuerzas locales, a pesar de que Sedena tenía en su poder esa misma información.

Los días que siguieron al asesinato estuvieron marcados por un despliegue de gran alcance del Ejército. El 23 de junio, los militares dieron cobertura perimetral y un día después detuvieron al abuelo y al tío de El Chueco en el municipio de Batopilas.

El 26 de junio, arrestaron a otros dos, se incautaron de más armas de fuego y de equipo táctico, y pocas horas después, se detuvo a cuatro integrantes de Gente Nueva. Para finales de julio detuvieron a tres hombres, entre ellos al primo de El Chueco.

La filtración desnuda un rastro de alertas fallidas alrededor de El Chueco. También retrata los esfuerzos por atrapar a Portillo Gil, que pese al amplio despliegue de instancias civiles y militares sigue prófugo.

Share:

Mantente al día

Recibe el SIDIDH en tu correo electrónico

Sin SPAM, un correo diario con los encabezados de las noticias más importantes en derechos humanos.

Archivo

octubre 2022
L M X J V S D
 12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930
31  

Síguenos en Redes Sociales