Zapatos y velas. El calzado porque simboliza el paso por la tierra de las personas desaparecidas y el caminar de sus familias que los buscan. Y las velas, porque son la luz que ilumina la búsqueda. Estos sencillos objetos fueron los que protagonizaron, la tarde del sábado 15 de marzo, la jornada de luto y lucha contra la desaparición forzada en el Zócalo de la Ciudad de México.
Además, un croquis a escala sobre la plancha, trazado a brochazos de pintura blanca, reproduciendo el predio del rancho Izaguirre, de Teuchitlán, Jalisco. Hacia el centro, tres o cuatro círculos representando las fosas donde se encontraron restos humanos, algunos calcinados. Hacia la izquierda, mirando de frente el Palacio Nacional con sus puertas y ventanas cerradas y mudas, el área de confinamiento. Hacia atrás las cocinas y baños. Y en el extremo opuesto, un área de entrenamiento. Y la garita de entrada a ese espacio de pesadilla.
En el llamado a la vigilia por los desaparecidos que lanzaron colectivos de buscadores se pedía reunir al menos 400 zapatos, un símbolo que se labró a partir de la iniciativa Huellas de la Memoria. Al final, el calzado y las candelas que se colocaban como ofrendas en los espacios del croquis triplicaron holgadamente la meta.
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