Desde Jalisco hasta Chiapas, desde Chilpancingo hasta Culiacán, las expresiones de violencia vistas en los últimos meses contradicen con contundencia la narrativa oficial sostenida tanto en el sexenio anterior como al inicio del actual. Con dichos en que se caracteriza la violencia como hechos aislados y ocasionales, se minimizan violaciones graves a los derechos humanos en el país y se ratifica la apuesta en un modelo de seguridad protagonizado por las fuerzas armadas, con lo cual se promueve la continuidad y profundización de una militarización sostenida durante ya casi dos décadas.
Atrás quedó la postura de quienes hoy gobiernan cuando eran oposición que exigía el regreso de los militares a sus cuarteles. El sexenio de López Obrador estuvo marcado por la apuesta por una Guardia Nacional cuya naturaleza civil era más discursiva que operativa, y que ahora, con la nueva reforma constitucional aprobada, se consolida como institución castrense. Hoy, ya con Claudia Sheinbaum en la Presidencia, el panorama no es distinto, pues sus apuestas apuntan en la misma dirección.
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