La memoria es la recuperación de la experiencia del pasado, ligada a la reconfiguración de sentidos que se le dan a dicho pasado, a los usos políticos que se le dan en el presente con miras a un futuro distinto. Testimonio y memoria desafían al poder, constituyen actos de y en resistencia, fracturan la narrativa del orden dominante anclado en la violencia y el silencio cómplice e impune.
En su uso social y político, la pluralidad de memorias constituye un campo de batalla política por la verdad a través de la cual, pasado y presente, recuerdo y olvido, se entretejen y complejizan en escenarios donde la violencia sociopolítica ha producido sufrimiento a partir del ejercicio del poder, prácticas de dominación y graves violaciones a derechos humanos. Así, la polifonía de voces testimoniales ligadas a la construcción de memorias colectivas, 1 es una potencia política que logra derrumbar la instauración de “verdades históricas”.
El próximo 30 de agosto se conmemora el día internacional de las víctimas de desaparición forzada. Este crimen de lesa humanidad, cuando se comete de forma masiva o sistemática, constituye la implementación de políticas de terror en regímenes totalitarios y dictaduras militares, pero también en regímenes que se dicen democráticos como es el mexicano. Dicha práctica criminal afecta directamente a las víctimas, a sus seres cercanos y lacera el cuerpo social en su conjunto.
Lee el artículo completo de Alejandra Ramírez, de Fundar, en Animal Político.