El 19 de febrero de 2006 ocurrió un siniestro en la mina Pasta de Conchos en el que fallecieron 65 mineros, 63 de ellos permanecieron sepultados en el mismo sitio. La mina estaba concesionada a Grupo México.
Desde 2006, las familias de los mineros cuyos cuerpos quedaron atrapados emprendieron una lucha ejemplar. A los días del siniestro, ya habían establecido un plantón afuera de la mina y exigieron el rescate de los restos de sus seres queridos.
Pero su exigencia se enfrentó a un muro de indiferencia, negligencia y connivencia. Tres administraciones federales se negaron a avanzar en los temas esenciales para las familias: en la justicia, porque eludieron la debida investigación y sanción de los responsables; en el rescate, porque arguyeron que la recuperación de los mineros era inviable, y en las garantías de no repetición, pues omitieron fortalecer la rectoría del Estado sobre la minería de carbón.
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