Desde el amor gritamos el nombre de nuestros desaparecidos, marchamos y les buscamos

Después de la desaparición de un familiar, la vida cambia completamente. Hay un dolor profundo en el corazón que nos mueve a hacer cosas que nunca habíamos pensado, como dedicarnos a buscar a los seres queridos que nos faltan. Nos dimos cuenta de que si no les buscamos nosotras, no les busca nadie. Es irónico, de pronto te emociona encontrar un cuerpo, una bolsa con restos. Esto es algo que no se puede comprender, pero nos llena, nos alegra, porque si bien aún no hemos encontrado a nuestros familiares desaparecidos, sí hemos podido ayudar a muchas otras buscadoras a encontrar a sus seres queridos.

No tenemos un salario, no contamos con el equipo ni las herramientas adecuadas para hacer la búsqueda, muchas veces no tenemos bloqueador solar ni agua. Al final, este es un trabajo desde el amor. Un trabajo que también es muy peligroso. Hemos sufrido asesinatos y desapariciones de compañeras, nos han dejado carteles con amenazas, han ponchado las llantas de los coches, recibimos amenazas a través de la página web de la colectiva, incluso hemos tenido que correr al encontrarnos a grupos armados durante nuestras acciones de búsqueda.

Lee este artículo escrito por familiares de personas desaparecidas en El País

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