Un nuevo año ha comenzado y, como todo inicio, nos ofrece la oportunidad de elaborar un doble ejercicio de balance y prospectiva que nos permita advertir los retos y las oportunidades que pueden traer consigo los días por venir. Este 2024, como bien se sabe, será un año marcado por un gran proceso electoral en el que están en juego más de 2 mil cargos de elección popular y resulta pertinente identificar los ejes de atención imprescindible en la agenda nacional, que condicionarán el clima en que se desarrollarán los comicios y que debieran ser también los asuntos privilegiados de debate y propuesta de los contendientes ante el electorado.
Será recordado 2023 como un tiempo de ríspido intercambio de narrativas entre las principales fuerzas políticas de nuestro país, que preparó el terreno para el proceso electoral y decantó a sus principales protagonistas. El año recién terminado fue escenario del aceleramiento de la marcha de una 4T apresurada por llevar a cabo reformas legislativas e inaugurar los macroproyectos insignia de la gestión del presidente López Obrador que le permitieran acreditar en la percepción pública una imagen de consolidación de un nuevo proyecto de nación.
Una agenda pertinente para este 2024 marcado por las elecciones federales debería pasar, en primer lugar, por el aseguramiento de las garantías primordiales de un Estado democrático de derecho, promotor de un proceso electoral abierto, horizontal, dialógico y participativo, que permita fortalecer las bases de una ciudadanía crítica e informada por encima de la polarización partidista.
Lee el artículo de opinión de Mario Patrón, rector de la Universidad Iberoamericana Puebla, en La Jornada