México: 55 años de la matanza de Tlatelolco

Eran las cinco y treinta de la tarde del 2 de octubre de 1968. Miles de estudiantes y vecinos de la plaza de las tres culturas en la Ciudad de México escuchaban a los oradores en un mitin convocado por el Consejo Nacional de Huelga, la asamblea máxima del movimiento estudiantil que desafió al autoritarismo mexicano. Antes de que los representantes estudiantiles dejaran de hablar por micrófono a la multitud, un helicóptero sobrevoló la plaza y luces de bengala iluminaron el cielo. El desconcierto se hizo presente y la muerte llegó con los disparos de francotiradores militares contra cualquier persona. Soldados y agentes civiles respondieron a diestra y siniestra desde la plaza. Las autoridades  ocultaron el nombre de los responsables de la masacre y el número de víctimas ante la interpelación y denuncia de sobrevivientes y familiares de víctimas. Después de cinco décadas, las nuevas generaciones se niegan a olvidar lo ocurrido.

La huelga estudiantil en 1968

El 22 y 23 de julio de 1968 decenas de adolescentes preparatorianos se enfrentaron a golpes. En el segundo día de disturbios intervinieron casi doscientos policías granaderos, militares y hasta agentes del servicio especial. Los estudiantes, inexpertos en política, terminaron combatiendo juntos para defenderse de los uniformados. Días después, en la marcha solidaria con Cuba del 26 de julio sucumbieron las primeras víctimas de ese verano convulso. La madrugada del día 30, un bazukazo militar derribó la puerta virreinal del Colegio de San Ildefonso, sede de la preparatoria universitaria. Las agresiones policiacas y militares hacia la juventud determinaron las demandas del pliego petitorio que exigieron reparar a las familias de las víctimas, desaparecer el cuerpo de granaderos e investigar quiénes ordenaron la represión. Así inició uno de los hitos de la historia reciente de México.

Los primeros días de agosto, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN), las instituciones de educación superior más grandes del país, se declararon en huelga. El movimiento estudiantil se desplegó por la ciudad a través de las brigadas 24/7 y de las marchas multitudinarias. Algo cambió a partir del 27 de agosto, debido a la tensión ocasionada por la ausencia de diálogo. Entre el 18 y el 24 de septiembre el ejército ocupó Ciudad Universitaria y la zona politécnica de Zacatenco. El lunes 30 los militares entregaron las instalaciones universitarias y el primero de octubre los huelguistas declararon que no retornarían a clases en tanto no se cumpliera el pliego petitorio pero tampoco impedirían los Juegos Olímpicos, los primeros en Latinoamérica que se inaugurarían once días después, el 12 de octubre.

El 2 de octubre en casa del el rector universitario Barros Sierra se reunieron estudiantes del Consejo Nacional de Huelga con representantes del Presidente de la República para hablar sobre un posible diálogo. A las 15.30 inició el mitin en Tlatelolco. Después de dos horas parpadearon señales rojas y verdes en el cielo. Tras escucharse unas rágafas de metralleta, agentes del Batallón Olimpia y compañías militares desplegadas en la plaza dispararon sin motivo aparente hacia cualquier persona. La violencia política se desplegó en la capital del país a los ojos del mundo, visibilizando la represión y el autoritarismo denunciado en el pliego petitorio. La férrea fidelidad de las instituciones y los hombres del régimen han impedido que las responsabilidades civiles y militares se castiguen en el transcurso de cinco décadas, pese a que es posible afirmar que fue un plan de Estado.

Lee el artículo completo de Alicia de los Ríos en Diario Red.

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