La semana pasada, en tres sucesivas conferencias de prensa matutinas, el presidente de la república arremetió en contra del Centro Prodh, con una serie de descalificaciones injustas y falsas.
Primero, el mandatario sugirió que en el caso Cerocahui, que involucra el asesinato de cuatro personas incluyendo a dos entrañables jesuitas, el Centro Prodh y otras organizaciones había “cuestionado” excesivamente al gobierno federal y a su estrategia de seguridad. También sugirió el presidente que en el caso Ayotzinapa parecía que el Centro Prodh quería que “fracase” el empeño de esclarecer la verdad. Estos señalamientos falaces se dieron a partir de que una periodista, contribuyendo decididamente al interés público, recordó que varias organizaciones hemos insistido en que se debe investigar al Ejército por el uso del software de espionaje Pegasus.
Al día siguiente, el señalamiento del presidente López Obrador fue que organizaciones como el Centro “no hacíamos mucho” por las violaciones graves a derechos humanos en México y que eso ocurre en razón de nuestro supuesto “vínculo” con los partidos políticos que gobernaron el país en el pasado, específicamente con el Partido Acción Nacional (PAN). Finalmente, en el tercer ataque verbal consecutivo el primer mandatario sugirió que “convivíamos” con “la derecha”.
Como ha sido constante en este sexenio, tristemente, lo que busca este estilo de comunicar es destruir la reputación y la legitimidad de actores civiles, políticos o periodísticos que ejercen una labor de contraloría social necesaria en democracia. Con ese fin se abusa de la palabra presidencial que, desde ese incomparable amplificador que son las conferencias mañaneras, tiene un peso diferenciado (…)
Los ataques presidenciales contra el Centro Prodh suscitaron, también, una generosa defensa de nuestra organización, que se manifestó en redes sociales y artículos de prensa. Agradecemos de corazón esas expresiones y a las más de 400 organizaciones, colectivos y personas que se pronunciaron y firmaron un comunicado conjunto en respaldo y solidaridad a nuestra labor. Recibimos esos abrazos con humildad, tomándolo como un reconocimiento a lo que múltiples generaciones de personas defensoras de derechos humanos han construido a lo largo de décadas, dejando sueños y corazón en nuestro Centro.
Somos conscientes de que más allá de la defensa de una organización en lo particular, lo que muestra esta respuesta de solidaridad es que en México, pese a que ha crecido la hostilidad contra el espacio cívico, éste se encuentra de pie y articulado, conformando un ecosistema diverso capaz de ser tan firme en la denuncia como constructivo en las propuestas. Ese espacio, que conforman activistas, periodistas, líderes cívicos y personas que ejercen sus derechos ciudadanos, está haciendo el trabajo que corresponde en el actual contexto; resistirá y seguirá activo, hasta que la dignidad se haga costumbre.
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