El reciente informe de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del caso Ayotzinapa (https://bit.ly/3wmYqhP) tiene grandes e importantes huecos. No precisa, por ejemplo, algo tan destacado como dónde están los restos de 40 estudiantes desaparecidos (tres fueron ya identificados). Tampoco por qué los responsables de la seguridad no hicieron nada para evitar la barbaridad. Menos aún explica qué llevó al gobierno federal a inventar la monstruosidad de la verdad histórica
. Su lectura permite intuir muchas hipótesis, pero éstas no se enuncian explícitamente.
Mala señal adicional es que la judicialización de Murillo Karam no la haya hecho la unidad del caso Ayotzinapa, sino la Seido. La recriminación a fiscales por el juez en la audiencia del ex procurador, por no estar preparados
para la diligencia de imputación, es un pésimo mensaje. Tampoco pinta bien el señalamiento del GIEI, de que no conocimos, ni hemos accedido directamente y examinado el material del cual surgieron las capturas de pantalla que aparecen a partir de la página 38 del informe. Tampoco hemos accedido a los peritajes practicados sobre los mismos
.
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