Joven, fuerte y formal
Por Marco Antonio Martínez
Alegre, fuerte y trabajador. Marco Antonio Gómez Molina es originario de Tixtla, Guerrero. Vive en el barrio de San Antonio, a la salida de la cabecera municipal.
De 21 años, es delgado, de tez morena, frente amplia y cara alargada. Es bromista. Le gusta ponerse detrás de sus conocidos y de pronto brincarles para asustarlos, dice una de sus ex compañeras.
Con sus amigos también le gusta “guasear”, alburearse, decirse “perra” entre ellos. Pero con quienes no tiene confianza, es respetuoso y hasta callado. Incluso en ocasiones le hacían bromas en el Conalep 134 por su tamaño, él es de baja estatura. Aguantaba y sólo reía. No es agresivo.
Pero así como es conocido por su estatura, por la cual en Ayotzinapa lo conocen como “Tun-tún”, también es identificado por su fortaleza física.
En la semana de prueba para ser normalista era de los que más lagartijas realizaba, o quien con mayor agilidad trepaba en paredes rocosas. “Parecía chango”, dice uno de sus compañeros en la escuela.
La razón por la que su cuerpo ha ido adquiriendo fuerza es porque para ayudar en los gastos de su casa, mientras estudió en el Conalep, comenzó a trabajar. Dividía su tiempo entre la escuela y un par de empleos: uno en un autolavado, en el centro de Tixtla, y el otro en obras de albañilería. Ambos los dejó cuando ingresó a la escuela normal Isidro Burgos, de Ayotzinapa.
Antes de decidirse por la Normal, Marco compartió con algunos amigos que contemplaba irse a estudiar a alguna otra normal de otro estado o incluso dejar sus estudios.
Pero la situación económica que le impedía tener alternativas académicas y el deseo de estar cerca de su familia, hicieron que se quedara en Ayotzinapa.
Ya dentro de la escuela, Marco siguió adelante e incluso pidió su ingreso a la Casa del Activista, un grupo donde se preparan los cuadros que se convertirán en el Comité que dirige la escuela.
Sin ser alguien de amplios conocimientos políticos, al entrar a la Casa del Activista, Marco se sumergió en algunas lecturas políticas y aprendió a hablar en público.
Marco Antonio también es conocido por su gusto por el rock. Su favorito, el grupo español de heavy metal Saratoga, comandado por Leo Jiménez. Asimismo, es seguidor del músico mexicano, el irreverente Armando Palomas, cuyo género es más de trova.
Es tan rockero que en el Conalep prefería escuchar música en el salón de clases con un amigo a salir al patio a estar con sus demás compañeros, así que cuando podía acudía a tocadas en Tixtla.
El futbol fue otra de sus pasiones. También comía empanochadas y conchas. En la escuela le gusta hablar por celular horas interminables con su novia.
Texto perteneciente a la campaña Marchando con letras
Ilustración de Hat Nonaka.
Tomada del portal #IlustradoresConAyotzinapa