Papalotes en el cielo

Por Alejandro Saldívar

Jonás Trujillo González es muy sonriente. Él no tiene que contar chistes para que sus amigos se rían, porque les provoca risas tan sólo de verlo. Jonás le grita a su mamá cuando llega a la casa: “Eh Gorda, qué estás haciendo”, y luego la abraza y le hace cosquillas en la cocina.

Jonás tiene los ojos chiquitos, boca chiquita y la nariz de su mamá. Jonás quería ser maestro para no ser como su papá, le decía a Yolanda. Jonás ya no quería ser campesino, por eso se fue a la rural. Jonás ordeñaba una vaca en las mañanas y sembraba mango en las tardes.

Jonás es tan sonriente que si viera la foto que traen de aquí para allá se pondría triste. Le contaría un chiste para que sonriera y le pintaría colores para dejar de ser tan blanco y negro. Si pudiera haría un cocol con su foto para que Yolanda pueda echarlo al cielo y traerlo de aquí para allá.

Allá en el Ticuí, en Atoyac de Álvarez, Jonás y su hermano Martín subían y bajaban las colinas en el lomo de una motocicleta. Jonás estaba ahorrando para una chopper, porque le gustaba el sonido que hacían con sus escapes. Ahora la moto está en la entrada de su casa, esperando a Jonás.

A Jonás le gusta el mole con pollo y también le gusta la sandia. Una vez se peleó con su hermano por una sandía, pero se reconciliaron después de comerla. También le gustaba ver caricaturas y tumbarse en la hamaca en el patio de su casa.

A Jonás le gusta hacer cocoles. Y en Guerrero los cocoles vuelan, porque tienen forma de papalote. Todos los años hacía el suyo con varitas de palma y papel de china. Así recuerda Yolanda a Jonás, tratando de volar un cocol. La coleta le hace cosquillas y le hace sentir escalofríos. Para ella Jonás es un papalote.

Tal vez Jonás llegue un día, encima de un papalote y le diga a su madre, “Eh gorda, qué estás haciendo”, y ella sólo le diga, “buscándote”. Y se abracen.

Texto perteneciente a la campaña Marchando con letras

Ilustración de Eréndira Derbez.

Tomada del portal #IlustradoresConAyotzinapa