El “Aguirrito”
Por Lorena Villa Parkman
Cuando se pregunta por Israel Caballero, son tres los adjetivos que se repiten hasta casi convertirse en mantra: protector, amable y bromista.
Protector porque Israel es de los que espera en la calle, recargado sobre un poste de luz, a que su hermana menor regrese de la fiesta. Porque es de los que coquetea mandando recaditos a su pareja, dedicándole canciones y procurando que nada material le falte. Porque es de los que casi no cargó a su hija recién nacida ya que temía lastimarla, “está muy chiquita”, decía.
Amable porque su habilidad para anticiparse a las necesidades de los otros y su costumbre de decir siempre ‘gracias’ y ‘por favor’, lo hicieron el mesero favorito de los comensales de El Quetzal, restaurante donde trabajó casi un año. Porque para su hermana mayor siempre tiene una sonrisa en respuesta a los consejos que recibe de ella. Porque al preguntarle por qué quería ser militar y luego maestro normalista, siempre dice que lo que fuera con tal de “ayudar a la gente”.
Bromista porque mientras sus hermanas ven televisión, les dice que su mamá les habla “por allá” para alejarlas del control y cambiarle al futbol. Porque se ganó su apodo, ‘Aguirrito’, cantando con mucho ánimo una arenga burlona en contra del ex gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, quien renunció a consecuencia de la desaparición de los 43 normalistas. Porque cuando él y sus amigos se metieron una tarde a los salones de la prepa a sacar las bancas a la barranca y a tirar cal por todo el patio, reía y reía hasta las lágrimas.
Israel estaba enfermo cuando desapareció. Tenía una gripa y calentura bárbara, pero no tan fuertes como para obligarlo a quedarse en cama la noche del 26 de septiembre. Estaba en casa de su familia, recuperándose, cuando sus compañeros le llamaron para pedirle que se uniera a la actividad. No dudó y fue a su encuentro. Desde entonces, no se sabe nada de él y de 42 de sus compañeros.
Su familia y amigos extrañan su mirada guardiana, su trato cordial y, sí, también sus travesuras.
Texto perteneciente a la campaña Marchando con letras
Ilustración de Israel Monero.
Tomada del portal #IlustradoresConAyotzinapa