Su familia sobre todas las cosas
Por Ricardo Otero
Omeapa es una pequeña población cuya totalidad de habitantes cabría en cuatro vagones del Metro. En su mayoría son campesinos, gente que vive por y para el campo.
A la entrada del pueblo, un letrero con esta frase da la bienvenida: “En Omeapa faltan tres, sin solución no hay elección. Te cambio mi voto por los 43”. Justo al lado está la casa de don Celso y doña Naty, donde crecieron Emiliano Alen y sus hermanos. Esa casa, fincada con el producto del trabajo de muchos años, es el patrimonio que don Celso quiere dejarle a sus cuatro hijos. Esa casa no ve entrar desde hace 9 meses a don Celso y doña Naty, quienes están buscando al mayor de sus hijos, desaparecido la noche del 26 de septiembre.
Emiliano Alen Gaspar de la Cruz llegó a la Normal de Ayotzinapa luego de rechazar dos oportunidades en otras escuelas para poder estar cerca de su casa —un par de camionetas de ruta bastan para ir y venir— y apoyar a su familia con el trabajo de campo, mientras cumplía con sus estudios.
Hoy, en esa escuela, sus padres pasan la mayor parte del tiempo esperando noticias y su agenda de actividades. Lucen cansados. Los mantiene el deseo permanente de ver a su primogénito regresar a casa después de un día de escuela y juntos, en familia, poder beber uno de los grandes frutos que su estilo de vida les regala: un vaso de leche bronca, la preferida de Emiliano.
Texto perteneciente a la campaña Marchando con letras
Ilustración de Érika Albarrán.
Tomada del portal #IlustradoresConAyotzinapa