La portería vacía

Por Ana Paula Tovar

Carlos Lorenzo Hernández Muñoz nació el 11 de octubre de 1995 en Huajintepec, un pequeño pueblo de la Costa Chica de Guerrero. Su nombre hace honor a sus dos abuelos, el paterno y materno. Es el primero de los cinco hijos de Maximino Hernández y Beatriz Muñoz, pero en la cancha decidió ser el último hombre. Desde niño juega futbol y por lo general es el portero. Carlos Lorenzo siempre fue la última esperanza de su equipo para ganar un partido por si todo fallaba en la delantera o en la defensa.

Hace nueves meses Carlos Lorenzo defendió a otro equipo cuando fueron retenidos por la policía en Iguala. El Frijolito, el apodo dado por sus compañeros desde su ingreso a la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa en agosto de 2014, desapareció el 26 de septiembre, dos semanas antes de cumplir 19 años.

Carlos Lorenzo es moreno, de ojos oscuros y redondos, con apariencia de niño. Hace unos años decidió que sería maestro. Desde el segundo año de preparatoria expresó a su padre su deseo, quien pensó que su primogénito descartaría pronto esa idea y continuaría ayudándolo en su oficio como albañil o seguiría algún otro camino. Cada mañana Carlos Lorenzo corría, entrenaba y se preparaba para su futuro. Un año antes de concluir sus estudios reafirmó su intención de ir a Ayotzi. Cuando terminó la prepa hubo fiesta: barbacoa de pollo y bebida para sus amigos. Nunca tomaba, pero ese día su madre lo dejó beber un par de cervezas. Era su graduación y pronto partiría.

Carlos Lorenzo dejó Huajintepec y llegó a Ayotzinapa. Atrás quedaron sus padres, sus hermanos, la cancha donde practicaba cada día, la albañilería y la música típica de su pueblo: las chilenas.

El 24 de septiembre pasado Carlos Lorenzo llamó a Maximino para pedirle algo de dinero. Al día siguiente se lo envió por Western Union. Pocos días después de su desaparición, Maximino viajó hasta la normal y encontró ese dinero integro guardado entre las pertenencias de su hijo. Ese día Maximino conoció Ayotzinapa y desde ese momento vive ahí en espera de alguna noticia, en espera de volver a abrazar a su hijo mayor, es espera de Carlos Lorenzo que también ha dejado una portería vacía.

Texto perteneciente a la campaña Marchando con letras

Ilustración de Danae.

Tomada del portal #IlustradoresConAyotzinapa