En la entrega anterior, se nombró a Raúl Régulo, Javier Moya, Héctor Javier Salinas Aguirre y Regina Martínez como periodistas asesinados en el año 2012. Sin embargo, no han sido los únicos. Tal y como lo señalamos con oportunidad, el recuento de hostigamientos y graves violaciones a derechos humanos cometidas contra periodistas sigue y parece no tener una pronta línea conclusiva.

La voz de los periodistas se encuentra amenazada y la sociedad mexicana corre el peligro de vivir bajo la opacidad y el silencio. El asesinato de periodistas es preocupante en el contexto que vive el país, pues los comunicadores están sufriendo en carne viva la violencia de Estado.

De acuerdo a lo ocurrido en los penales de Comayuagua, Honduras, así como en los de Apodaca y Topo Chico, en Nuevo León, el titular de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal Luis González Placencia, dice: «Los penales del DF son bombas de tiempo».

«Determinamos que hubo ciertos actos violatorios a los derechos humanos cometidos por parte de la Procuraduría General de Justicia (del Estado de México) al realizar o al efectuar una orden emitida por un juez de primera instancia. Se trataba de un cateo que extendieron a domicilios que no estaban autorizados en esta orden judicial».

De prisión a puestos públicos / Lydia Cacho, en El Universal. ¿Quién dijo que ser ex militar es signo de honestidad? Felipe Calderón inició una guerra sin saber con quién contaba, se lanzó con un desconocimiento sorprendente de la lógica que sigue el sistema de justicia; seguimos preguntándonos por qué, a pesar de la buena voluntad de muchos, la guerra no prospera.

El pasado viernes 17 de febrero fue presentado el ya tradicional Informe sobre la evolución del caso Pasta de Conchos. En él se documenta que, a seis años del siniestro de Pasta de Conchos, persiste la impunidad: la justicia mexicana no ha sido capaz de castigar a los responsables.