ItaliaMendez

Buenos días estimadas y estimados compañeros:

Para nosotras resulta muy importante contar con estos espacios de reflexión y de encuentro que nos permita dialogar con organizaciones sociales, defensoras y defensores de derechos humanos, con organismos internacionales y  nuestras entrañables compañeras adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona; acerca de las intencionalidades y efectos que tiene la tortura sexual en lo individual y colectivo.

Estos espacios son vitales sobre todo en el momento histórico por el que estamos transitando. No pasaré por alto los acontecimientos que han ocurrido en Iguala y me sumo a la exigencia de la presentación de los 43 normalistas de Ayotzinapa; justicia y verdad para nuestros compañeros asesinados y para las miles de personas que han sido desaparecidas y asesinadas en esta guerra que el Estado mexicano ha emprendido contra la sociedad mexicana.

En 2006 para nosotras resultaba claro, que el ataque en Texcoco y San Salvador Atenco, se trato de un acto de guerra. El terrorismo de Estado con toda su brutalidad, descaro e impunidad, implemento el castigo ejemplar para el FPDT y para las organizaciones, colectivos e individuos adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional.

El operativo, con miles de agentes listos a “actuar” para restablecer el tan mentado estado de derecho. La línea era clara, se valía todo, detenciones arbitrarias, golpizas televisadas, tortura física y sexual, asesinato, y por supuesto, para las 207 personas detenidas en los operativos todo el peso de la ley, que se tradujo en sentencias “ejemplares” y procesos que duraron hasta 4 años.

 

Reflexiones sobre la represión política.

Para hablar de la tortura sexual es indispensable abordar  las finalidades de la represión política ya que no se trata de un hecho aislado, estas giran en torno a perpetuar el poder e imponerse; sumiendo a la sociedad al control del Estado, al servicio Capitalismo. Someter a aquellos que han sido declarados como “enemigos” arrasar y vencer a los que de forma tasita cuestionan su poder.

Es a través del terror que el Estado pretende reconfigurar el control absoluto de la sociedad en esta etapa tan atroz del sistema capitalista, el despojo de las tierras y territorios, de los recursos naturales y la explotación miles personas sin que haya un ápice de resistencia. La tortura, la cárcel, la desaparición forzada, las masacres, etc,  son mecanismos de control social, que se adecuan de acuerdo al impacto que se quiere generar en la sociedad en general y en un grupo en particular. El Estado diseña y planea estrategias represivas según qué efecto quiere infundir.  Nada queda al azar, no se trata de manzanas podridas dentro de los cuerpos policíacos, de la marina o el ejercito, no se escatima en recursos para formar y adiestrarlos en escuelas en el extranjero (Escuela de las Américas, ahora Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad) que han cubierto el mundo de sangre y atrocidades, en nombre de la “seguridad nacional” y el “estado de derecho”

Establecido lo anterior es posible dimensionar a la tortura sexual como parte de una estrategia, por supuesto intencional, para generar un daño permanente o prolongado en lo individual y colectivo; Clemencia Correa en su artículo Violación sexual: una forma de control social afirma:

“…la tortura sexual tiene un fin de agredir principalmente a mujeres de forma agresiva, deshumanizada y sádica, con esta clase de tortura se busca humillar, degradar, someter a las mujeres a una condición extrema de pasividad poniendo en cuestión todo su ser. En la tortura sexual está en juego las condiciones particulares de género, su rol femenino; su identidad sexual. Se toca el cuerpo, la piel, la sexualidad, se transgrede la dignidad. Si de por sí la sexualidad es un tabú en la sociedad occidental, más aún la violación o tortura sexual, pues entre otros aspectos pone en descubierto su privacidad, su intimidad se lacera y su referencialidad es puesta en cuestión.”

 

Sobre los impactos.

La tortura sexual genera impactos severos en la vida de las mujeres que la sobrevivimos y sus colectividades; estos oscilan en tres ejes principales:

1) La culpa y la vergüenza: El hablar en publico sobre la sexualidad es un tema muy difícil de afrontar, enfrentar el escarnio público resulta lacerante, se confronta la iniciativa de denunciar con la desnudez de hablar públicamente de algo tan intimo y doloroso. Por ejemplo: muchos medios de comunicación replicaban las versiones del Estado, del Comisionado de la Agencia de Seguridad Estatal, Wilfrido Robledo que negaba los hecho y peor aún, insistía en que se trataba de mentiras, que nosotras hacíamos esas declaraciones como parte de una estrategia insurgente y no había ninguna denuncia formal. La prensa nos confrontaba, nos hacían preguntas dolorosas y morbosas.

La culpa se manifestaba en nuestros compañeros que había sufrido la misma indefensión y tortura, y a pesar de eso, consideraban que algo debieron haber hecho para librarnos de la tortura. Esto rompe la confianza en el otro  y la comunicación, nos aísla.

2) El estigma, es enfrentarse al señalamiento, a la discriminación al gran peso moral que representa el descredito frente a la sociedad. Para nosotras fue como perder el nombre, en los periódicos nos llamaban “las violadas de Atenco”, en los espacios solidarios nos presentaban “como ellas son nuestras compañeras violadas en Atenco”. Pobrecitas, nos decían. Fue muy difícil dar un giro y exigir no ser victimizadas y estigmatizadas, reivindicar nuestro nombre y nuestra lucha.

3) El miedo: Este es el medio, pero también el fin ultimo, es através del miedo que el Estado pretende transformar a la sociedad en colaboradora fiel a sus designios e intereses. Es a través del miedo que se pretende paralizar, romper, fracturar el tejido social y toda organización que represente oposición. Intentan  que nuestro miedo sea tal que perdamos la capacidad de analizar las finalidades y los impactos que generan, hasta el punto de considerar que son invencibles. Intentan que se rompa todo lazo de solidaridad y apoyo mutuo.

La impunidad potencía la percepción que no hay esperanza, que la justicia a muerto, no hay nada que hacer frente a esto, salvo rendirse para preservar lo que nos queda.

En los últimos años hemos tenido la oportunidad de compartir con muchas mujeres que han sobrevivido a la tortura sexual, mujeres que tuvieron participación política, que tuvieron un papel fundamental en organizaciones sociales, políticas y también algunas mujeres que fueron parte de organizaciones político-militares. Por algunos años consideramos que en México, esta estrategia estaba dirigida a mujeres que luchan y que se implementaba solamente en estos contextos.

Sin embargo, a sido tan evidente el cambio de estrategia a partir de la supuesta “guerra contra el narcotráfico” emprendida por el entonces -presidente Felipe Calderón- y continua en el actual gobierno. Es en este contexto que se conocen los casos de muchas mujeres que fueron detenidas arbitrariamente y sometidas a atroces sesiones de tortura física y sexual, con la finalidad de inculparse e inculpar a otros en ilícitos que no cometieron. Presentándolas ante los medios de comunicación como peligrosas criminales, ellas mujeres trabajadoras, amas de casa, mujeres comunes que fueron el chivo expiatorio o una estadística más en su desafortunada estrategia de seguridad.

¿Se trata de un descontrol de los cuerpos policíacos, militares y de la marina? Por supuesto que no, se trata de una violencia metódica, planificada, con un fin particular; someter a la sociedad mexicana mediante el horror. Detenciones arbitrarias, tortura, asesinato, desapariciones forzada todos estos, son componentes de una estrategia encarnizada que ha emprendido el Estado mexicano, dice Carlos Fazio: en su artículo Murillo Karam y la solución final: el objetivo principal era desarticular cualquier forma de resistencia y mantener a la población en una incertidumbre duradera.” para llevar a cabo sus planes de despojo total y llano de derechos junto con los recursos naturales y energéticos. Los objetivos se modificaron ya no son solamente los activistas sociales, los lideres de organizaciones, las, los que luchan, se amplio el espectro.

Frente a este panorama, nos parece urgente la practica del apoyo mutuo, insistir en la existencia de otra realidad que no es la impuesta por el Estado.

La intención de la Campaña Rompiendo el Silencio; todas juntas contra la tortura sexual, pretende visibilizar y denunciar esta practica, pero lo que hace crecer exponencialmente esta iniciativa es la solidaridad que se genera entre sobrevivientes y las personas, organizaciones y colectivos que se suman a la tarea de acompañar y fortalecer este esfuerzo colectivo.

Pretendemos reconstruir la memoria, descomponer la victimización y tender un puente de comunicación con la sociedad, romper el silencio nos permite romper el circulo de la impunidad y el aislamiento que el poder nos impone.

Por fortuna, no estamos solas, somos más fuertes juntas y sin duda es tarea de todas y todos repudiar la represión.

Por memoria, justicia y reparación para todas y todos los que han sufrido la represión del Estado mexicano.

No olvidamos, fue el Estado.