Carlos Rosendo Betancourt Radilla / El Sur

Ciudad de México (Segunda parte y última)

Para el campesino ecologista de la sierra de Petatlán Rodolfo Montiel Flores es necesario que los soldados regresen a sus cuarteles y que en México se acabe con el fuero militar para que se juzgue a los integrantes de las fuerzas castrenses en tribunales civiles.

El 26 y 27 de agosto su caso junto con el de Teodoro Cabrera García entró a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Coidh) debido a que en 1999 fueron perseguidos, detenidos y torturados por elementos del Ejército porque participaron en la lucha por la defensa de los bosques de la sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán.

De las autoridades mexicanas, que primero lo encarcelaron y después lo desterraron de Guerrero y ahora lo tienen en el exilio en Estados Unidos, piensa que son insensibles “conmigo que soy su paisano, conmigo que soy su hermano, porque como yo, los que me persiguen son hijos de México, no puedo entender tanto odio”.

Entrevistado vía telefónica de las instalaciones del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) –organismo no gubernamental que lo representa y asesora legalmente–, Rodolfo Montiel dice que la Coidh debe exigir al gobierno mexicano que se investigue y se castigue el asesinato de la que fuera su abogada en los momentos más tensos, Digna Ochoa y Plácido (asesinato del cual culpa a los militares); que se formen comisiones para que revisen la situación jurídica de los presos en cada penal del país; que se acabe con el fuero militar, “pero lo principal es que ya no quiero que destruyan los bosques, ese es mi llamado”.

“Es como la luz del día”

Los campesinos ecologistas tienen más de 10 años en constante búsqueda de justicia, pero las instituciones del Estado mexicano, en lugar de proporcionarles seguridad, empleo, educación, salud y vivienda, los ha perseguido y obligado al exilio y a los ojos del sistema judicial del país, son delincuentes.

Por eso, su caso ha llegado ahora hasta el órgano judicial de la Organización de Estados Americanos (OEA) y para Rodolfo Montiel, esto le abre nuevas expectativas porque ya no confía en las instituciones de justicia de México que, asegura, están corrompidas hasta las esferas más altas, incluyendo a los militares que en estos momentos hacen labores de policía en toda la República.

Su caso ante la Corte Interamericana es el número 12.449 y el hecho de que se haya aceptado le da ánimos, “estoy contento, siento como si viera el sol, como si fuera la luz del día porque vamos a poder denunciar con alguien que nos escuche y estoy seguro que vamos a ganar”.

Secuelas de la tortura

Gran parte del caso de los ecologistas se fundamenta en las declaraciones autoinculpatorias que los efectivos del Ejército les arrancaron mediante torturas, por cada tropelía que les hicieron, hasta el día de hoy Montiel Flores sufre las secuelas.

Durante la tortura, platica, le daban palmadas en los oídos lo cual le producía un terrible dolor y le hacía perder el equilibrio; a causa de eso “estoy mal de los oídos, casi no escucho”.

Los militares también lo arrojaron al suelo, lo patearon y golpearon con los puños cerrados en el torso, brazos y piernas, debido a este maltrato físico va perdiendo gradualmente las fuerzas, “de los brazos estoy peor cada día, empeoro más; mis manos ya no tienen fuerza, no puedo sostener las tortillas, no puedo sostener el vaso de agua, se me cae todo lo que agarro, no tengo fuerza, no puedo amacizar, un niño de dos meses tiene más fuerza que yo”.

Otra de las torturas a las que lo sometieron los militares fue desnudarlo, sostenerlo de brazos y piernas y jalarle uno de los testículos, esto le generó tanto dolor que en aquel momento perdió el conocimiento.

Por lo anterior, asegura, “me duele mi testículo derecho, se me inflama y más cuando hace frío, además que se me cuelga más que el otro”.

Como si lo anterior no fuera suficiente para acabar con la resistencia de un ser humano, también le aplicaron choques eléctricos, por eso, “en mi muslo derecho me quedó una cicatriz y mis piernas las tengo dormidas, me duelen, tengo constante dolor en la espalda, a veces cuando hace frío no soporto el dolor en la espina dorsal.

“A veces cuando estoy con algunos amigos me quejo, siento que se me está pudriendo mi lado derecho de la espalda, no puedo dormir en un colchón por el dolor tan intenso”, relató.

Si bien tanto castigo físico lo obligó a declararse culpable de diversos delitos, no tuvo impacto alguno en su conciencia ecológica, en su amor a los bosques y la naturaleza y no logró hacerlo cesar en su lucha por el medio ambiente, según lo relata.

¡Que ya no destruyan los bosques!

El 26 y 27 de agosto el caso entró a la Coidh, por lo que aún no se fija una fecha para dictar sentencia, pero según el Centro Prodh podría ser a finales de este año o comienzos de 2011. Rodolfo Montiel espera que la Corte condene a México.

Ahora, en condición de exiliado político en Estados Unidos, no puede ganar el dinero suficiente para pagar la atención médica que requiere, por eso pide “que se nos asigne un recurso para poder pagar los médicos, que nos cuiden a nuestras familias, la de Teodoro y la mía, también para poder pagar la atención sicológica porque después de tanto tiempo hay días en que no puedo dormir; necesitamos que nos atiendan”. En este punto, quiere él mismo poder decidir qué doctores lo atenderán.

Y “¡ya no quiero que se repita lo que me pasó a mi!”, expresa.

Pero, sin duda hay una petición sobre las demás, es la más sentida pues incluso se le parte la voz, se escucha un sollozo y suelta un suspiro “ay”, se toma un par de segundos y exige:

“Pero lo principal es que ya no quiero que destruyan los bosques, ese es mi llamado”.

Contra la militarización

Una demanda ante la Coidh es que se elimine el fuero militar para juzgar crímenes contra civiles, en cuanto a la militarización del estado de Guerrero y en general del país, porque es justo cuando “sueltan” a los soldados entre los civiles cuando se presentan mayores casos de violaciones a los derechos de los ciudadanos.

Por eso pide “que se retiren las tropas, ya no queremos que estén los militares en nuestras comunidades, que los recojan de vuelta a sus cuarteles”.

Pero, por experiencia propia, sabe que la persecución del Estado contra luchadores sociales no se da sólo mediante los soldados, esto, expresa, sucede también desde las instituciones que deberían estar para procurar justicia.

Por eso pide que se formen comisiones para que revisen los expedientes de “todos” los internos en el país “y sobre todo de mis compañeros ecologistas porque estoy seguro que como a mí me hicieron, a muchos les están violando sus derechos, sus garantías”.

Este requerimiento de justicia lo hace también para su persona y para Teodoro, “tienen que declararnos inocentes porque para el Estado mexicano seguimos siendo delincuentes, se tiene que castigar a los militares que nos torturaron, que ya no se les permita seguir trabajando, que se les castigue pero que los investigue y los sentencie un juez civil, no un juez militar”.
Aquí, coincide con otros dos casos que ya entraron a la Coidh y que exigen que desaparezca el fuero militar, los anteriores son los de Rosendo Radilla Pacheco –detenido desaparecido por el Ejército en 1974 en Atoyac de Álvarez– y los de Valentina Rosendo Cantú e Inés Fernández Ortega –indígenas me’phaa violadas por elementos del Ejército en comunidades de la montaña de Ayutla y Acatepec– y en los tres destaca que se ha mantenido en la impunidad a los militares transgresores de la ley.

Rodolfo Montiel expresa: “se tiene que acabar el fuero militar porque eso es como una familia, no voy a castigar de manera severa a mi hijo. No se van a investigar entre ellos como lo podría hacer otra gente, los soldados son como hijos de una familia, si cometen alguna violación, algún delito solamente los cambian de lugar y a donde los manden siguen haciendo sus atrocidades, y como ellos tienen las armas, tienen el poder, nadie les hace nada y siguen pasando encima de los pobres, de la gente humilde, vienen y matan y pues ya, así se quedan las cosas”.

Que se investigue el asesinato de Digna Ochoa

Otra exigencia es que se investigue el asesinato de la que fuera su abogada, Digna Ochoa y Plácido, recuerda que ella les dio todo su respaldo “pero su asesinato se mantiene en la impunidad, la asesinaron a ella y asesinaron a muchos más compañeros de nuestra organización.

“Recuerdo que además de que nos perseguían como organización, después persiguieron a los abogados y a los medios de comunicación que nos daban voz, esa es una petición que tenemos, que los dejen hacer su trabajo ampliamente”, apunta.

Sólo he luchado por la vida

El campesino ecologista Rodolfo Montiel, después de 12 años de que encabezó una lucha en la que defendía el derecho de las nuevas generaciones a disfrutar de manantiales de agua y paisajes naturales, todavía no entiende por qué el Estado mexicano lo amenaza, no tiene idea de porqué lo torturaron, ni sabe por qué lo encarcelaron, incluso ahora en el exilio se pregunta qué pudo hacer para que lo sigan amenazando de muerte a él y a su familia.

No le cabe la idea de que defender la naturaleza sea motivo para tal represión.

“Está muy claro que el gobierno de mi patria me ve como si fuera su enemigo aunque no les he hecho nada. Sólo he luchado por la vida, a diferencia de ellos, que pueden matar, contratan a un pistolero y dicen ‘se trató de un ajuste de cuentas’ esa es una frase muy popular del gobierno, ‘se trató de un ajuste de cuentas’ y con eso se evitan de investigar y de castigar a los asesinos, así funcionan y es lo que deben tener preparado para mí, pero no entiendo porqué”.

“Y eso me da mucha tristeza porque yo estaba haciendo un bien, no sólo para México, sino para todos los que respiramos aire y ellos se interponen en mi lucha… parece que no saben que esto me ha costado mucho, son insensibles conmigo que soy su paisano, conmigo que soy su hermano porque como yo, los que me persiguen son hijos de México, no puedo entender tanto odio”.

Un llamado a unirse para defender el ambiente

En la entrevista, para los que defienden su causa tiene un llamado: “quiero llamar a toda la gente a que nos unamos, que levantemos la voz, no podemos permitir que los gobiernos vendan nuestro medio ambiente, sólo llegan al poder para vender al extranjero nuestros recursos, cada quien puede votar por quien quiera pero ni esos que se dicen del partido ecologista han luchado por el ambiente. En las elecciones sólo nos usan a los ciudadanos, se agarran de ahí, de nuestros votos para hacerse de más poder y seguir explotándonos”.

Pide que los campesinos sigan con la defensa de los bosques y él se compromete: “quiero que sepan que sigo luchando, no voy a callar la voz para que se respeten nuestros bosques, quiero que Dios bendiga a todos los que nos apoyan”.

Después, hace otro llamado a las autoridades: “Les pido que piensen, quiero que reflexionen, los campesinos ecologistas no estamos en contra de la vida, no estamos en contra de nadie. Estamos en contra de las malas acciones y estamos a favor de la vida, queremos que los niños de mañana también disfruten de las belleza de nuestra madre naturaleza, de nuestros bosques”. Lo mismo que en 1998 decían los fundadores de la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán.