Huir de la pobreza

Por Ángel Álvarez

José Luis Luna Torres decidió dejar el campo para seguir estudiando. Este joven de 20 años también se desempeñó como ayudante de albañil en la comunidad indígena de Amilcingo, Morelos. A pesar de la pobreza que lo rodeaba consiguió ser aceptado en la Normal Rural Raúl Isidro Burdos de Ayotzinapa, Guerrero.

De complexión delgada y mediana estatura, José Luis, amante de los papalotes, quiso superarse para que su madre, Macedonia Torres Romero, tuviera una vejez tranquila. Y es que a la muerte de su esposo Zósimo Luna hace tres años, se vio obligada a redoblar sus jornadas laborales que consistían en vender cacahuates y dulces típicos de la región en plazas públicas y afuera de escuelas de Temoac, municipio situado al oriente del estado de Morelos.
José Luis se inspiró en los ideales en defensa a la educación del luchador social Vihn Flores Laureano, fundador de la normal rural de Amilcingo, quien fuera asesinado entre los límites de Puebla y Morelos en 1976.

José Luis y otros siete jóvenes abandonaron su tierra, puesto que en Amilcingo el futuro para ellos es trabajar entre los zurcos de amaranto y elaborar obleas. Sin embargo, hasta el momento José Luis es el único que no ha regresado a su hogar.

Macedonia, de 43 años, dejó la venta de cacahuates y dulces, ahora no se cansa de marchar y gritar para que le devuelvan a su hijo; y por eso, desde el 28 de septiembre del 2014 vive en la escuela donde José Luis acudió a prepararse para ser maestro.

Texto perteneciente a la campaña Marchando con letras

Ilustración de Letizilla.

Tomada del portal #IlustradoresConAyotzinapa